Cultura de la vida o cultura de la muerte

Marzo 2025

Javier Brown César

La Nación

El PAN nació de una matriz cultural específica y única. La idea de matriz cultural fue vertida por Luis Morfín López en las reuniones previas a la Proyección de Principios de Doctrina 2002. La matriz es el humus primordial de la que nace una cultura, una forma de ser, lo que los griegos denominaron ethos. El ethos de Acción Nacional está enraizado en la cultura de la vida, posición originaria que confrontaba al recién fundado partido con la maquinaria de Estado que había nacido como un pacto para acabar con los asesinatos entre generales.

El PAN nació a favor de la vida, no para acabar con fratricidios entre militares. De ahí que Manuel Gómez Morin defendiera la tesis según la cual: “Las ideas y los valores del alma son nuestras únicas armas, ni tenemos otras ni las hay mejores”. Frente a los caudillos que habían enarbolado las armas para asesinarse entre ellos, el fundador del PAN defendió el valor de las letras, como Cervantes lo había hecho ya en el célebre discurso de Don Quijote sobre las armas y las letras: “veamos si es más rico el soldado, y veremos que no hay ninguno más pobre en la misma pobreza, porque está atenido a la miseria de su paga, que viene o tarde o nunca, o a lo que garbeare por sus manos, con notable peligro de su vida y de su conciencia”.

Como Partido que ha abrazado históricamente la cultura de la vida Acción Nacional ha repudiado históricamente la cultura de la muerte, esa que lleva directamente a los campos de concentración, al exterminio de otras personas bajo la cruel dialéctica del amigo y el enemigo. La defensa de la vida en el PAN no es una opción, es su auténtica vocación, por ello, el Partido promueve todo lo relacionado con la afirmación, la superación, el progreso, el avance y el crecimiento; cuyos enemigos naturales son la negación, el estancamiento, la regresión, el retroceso, la disminución y la retracción.

Por estas razones el PAN ha sido el primer partido político nacional que ha propuesto, desde la década de los setenta, la cuestión ambiental de forma auténtica, no como los partidos que utilizan al ambiente como negocio y que en una cruel ironía programática defienden huevos de tortuga a la vez que proponen el asesinato de seres humanos. Para el PAN no hay peor asesinato que el que se comete intrauterinamente, ya que se aniquila al ser más inocente, aquel que no puede defenderse porque no hay quien lo defienda y que en uno de cada dos casos sería una mujer.

Al abrazar la cultura de la vida Acción Nacional ha despreciado históricamente la animalización de la política, la bestialización de las personas, la destrucción de la vida de los más débiles. En esta apuesta, el eje de los valores humanos es la integración, fuerza central que evita la dispersión y desintegración del todo. De ahí el rechazo a lo oscuro, tenebroso, siniestro, perverso, cínico y cruel en que puede convertirse la política carente de principios y valores.

En la Plataforma 1979-1982, el PAN propuso como eje cuatro derechos sustantivos: a la vida, a la verdad, a la justicia y a la libertad. De ahí la afirmación esencial que marca el ethos panista en su afirmación de la cultura de la vida: “El ser humano aun no nacido es sujeto de derecho por sí mismo y no porque sus padres o la sociedad lo deseen. Someter el derecho a la vida el deseo de quien fuere, equivale a instaurar la arbitrariedad como raíz de un orden jurídico que tenderá inevitablemente al totalitarismo y a la ley del más fuerte, cuyo deseo es instituido como creador de sujetos de derecho”.

El derecho a la verdad es el siguiente en el orden lexicográfico: porque toda persona tiene derecho a su identidad, a su origen, a su nacionalidad y a la verdad sobre lo que hace o deja de hacer el gobierno que debe estar siempre a su servicio: “En este sentido, Acción Nacional denuncia la perversión del uso de la palabra propiciada por el régimen y afirma el derecho que tenemos los mexicanos a un gobierno que, cuando menos, sea coherente: que haga lo que dice y que diga lo que hace”. La defensa de la verdad lo es también de la claridad, la transparencia y la prudencia; lo contrario es la opacidad, la clandestinidad y la astucia.

El derecho a la justicia es también lexicográficamente anterior al derecho a la libertad, porque no puede haber una sociedad libre ahí donde no hay orden y bondad. Por ello “Acción Nacional afirma que, si la justicia es la fuerza que une a la sociedad, la libertad es la fuerza que la hace avanzar. La justicia misma no progresaría, se quedaría fija, estática, si la libertad humana no pudiera ejercerse para criticar toda realización lograda de la justicia. Sólo una sociedad libre puede aspirar a una justicia mayor”.

Al defender el derecho a la justicia el Partido se pone del lado del juego limpio, de la equidad y de la cultura del mérito y el ascenso, con lo que rechaza abiertamente la inequidad, la mediocridad y el exclusivismo clientelar. Y sí, el PAN promueve la libertad, pero una libertad con sentido, con responsabilidad social, una libertad al servicio de la edificación, la integración y la construcción; contraria desde luego a la demolición, la disgregación y la destrucción.

Hace 2,500 años el filósofo Empédocles postuló como fuerzas primordiales del cosmos al amor y al odio, que hacen que los cuatro elementos que se decía que existían en ese entonces se mantuvieran en movimiento. El odio produce conflagraciones universales, reduce todo a cenizas y lleva a la muerte de los organismos que después renacen. En la realidad humana, las fuerzas destructoras han estado presente a lo largo de la historia, expresándose en guerras y revoluciones. La política ha sido el mecanismo privilegiado para evitar la guerra y lograr la paz, por ende, cuando la política fracasa lo que sigue es la guerra.

Los cuatro derechos que el PAN postuló en 1979 demandan con urgencia la reconstitución del Estado, para convertirlo en lo que debe ser por origen y vocación: un instrumento al servicio de cada persona, protector de la vida, garante de la seguridad, promotor de la justicia y defensor de las libertades. Un Estado que es contrario a esta vocación es rehén de las más oscuras y siniestras fuerzas humanas, esas que abrazan la cultura de la muerte como el medio para lucrar con el dolor, dividir a las personas introduciendo el odio y desintegrar y disgregar instituciones estatales y sociales, culminando con la más valiosa e históricamente indispensable: la familia. El PAN no puede tolerar semejantes regresiones, so pena de hundirse en la cultura contra la que históricamente ha luchado, y que niega en sus raíces la esplendorosa y vital matriz cultural que amaron y defendieron las y los fundadores.

 

X: @JavierBrownC