Crisis migratoria en la frontera Norte

Marzo 2025

Jeraldine Pérez Mondragón

La Nación

La migración entre México y Estados Unidos ha sido un fenómeno histórico por la compleja relación que hay de factores económicos, sociales, políticos y de seguridad. En los últimos años esta dinámica migratoria ha cambiado de manera radical por factores tales como las caravanas migrantes de países latinoamericanos, el cambio climático, el desempleo y la violencia, entre muchos otros.

Hablar del fenómeno migratorio nos lleva a recordar la implementación del Programa Bracero en 1942, la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994 y por supuesto el 11 de septiembre de 2001 donde la seguridad nacional se convirtió en una prioridad estadunidense, con lo que las políticas migratorias se endurecieron, se militarizo la frontera, creció la desigualdad y cruzar la frontera se hizo más peligroso y costoso, aumentando la vulnerabilidad de los migrantes.

La crisis migratoria que estamos viviendo actualmente, con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, no es nueva para México, ya en junio de 2019 la amenaza de los aranceles al aluminio y al acero nos convirtieron en tercer país seguro de facto; esta política conocida como “Quédate en México” o en inglés Migrant Protection Protocols (MPP) únicamente aseveró la crisis de los migrantes. Hasta 2022, año en que estuvo vigente, se calcula que aproximadamente 75 mil migrantes fueron afectados por este programa.

Con este tipo de políticas se incrementaron los delitos como extorsión, secuestro, tortura, violencia sexual y desaparición por parte de grupos criminales o por agentes policiales en ciudades fronterizas, tal es el caso de Ciudad Juárez, Tijuana, Ciudad Victoria y Nuevo Laredo.

Desde el 20 de enero, atendiendo a sus promesas de campaña, Donald Trump firmó diversas órdenes ejecutivas relacionadas con la migración y el asilo, por lo que regresaron las imágenes de preocupación y también la polémica sobre la manera en la que deportan. Uno de los primeros programas en ser cancelado fue el CBP One, por lo que ya no se puede dar seguimiento al status de asilo en Estados Unidos.

Ante tal situación, el gobierno mexicano planteó una serie de medidas de apoyo consular para los migrantes irregulares. Por otro lado, se implementó un despliegue de recursos para recibirlos y atender sus necesidades básicas, y trasladarlos a sus estados de origen; además de presentar que menú de alimentos les estarían ofreciendo también les darán 2 mil pesos para que puedan regresar.

Pero la situación es más compleja para las personas migrantes que regresan, considerando la crisis de violencia que hay en el país y el control de grupos criminales en las fronteras y en las rutas de tránsito. Asimismo, se tiene que pensar en la reintegración social y laboral, ya que tanto a nivel social como económico tienen que intentar nivelar la perdida que habrá debido a la disminución de las remesas, que se calculan en 60 mil millones de dólares al año.

Nuestra frontera se ha catalogado como la ruta migratoria más letal del mundo por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) con aproximadamente 700 muertes registradas tan solo en 2022, ahora pensemos en todas aquellos migrantes que desaparecieron.

La realidad migrante, en la mayoría de las ocasiones, ha dejado de ser vista desde un punto de vista humano y suele olvidarse que hay diferentes tipos de migrantes. Hay de primera generación que ya viven en Estados Unidos y que tienen una situación migratoria regular e irregular, están los de segunda generación y los subsecuentes de los cuales de igual manera tienen o un status legal temporal o son irregulares, es decir, los conocidos como DACA (Consideración de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) o DAPA (Acción Diferida para la Responsabilidad Parental).

A todo esto, hay que sumarle múltiples factores, es por eso que se deben de tomar en cuenta para iniciar políticas públicas que incluyan la complejidad y la multiplicidad de situaciones, y que además estén acompañadas de desarrollo regional y cooperación internacional, y que se respeten los derechos humanos.

La relación con Estados Unidos es de suma importancia para México y ahora con Donald Trump se ha incrementado ese sentimiento de rechazo a los inmigrantes, generando situaciones de racismo y xenofobia. Ante esto, quiero retomar lo que proponían Susan Gzesh y Jorge A. Schiavon en una compilación de Documentos de Política Migratoria sobre la Protección Consular Mexicana ante la administración Trump: recomendaciones de acción inmediata, en el cual invitaban a pensar en una diplomacia multinivel, que comprendiera desde la diplomacia ejecutiva, a nivel presidencial; la administrativa, a nivel secretarías de Estado; la parlamentaria, con ambas cámaras del Congreso federal; local, con autoridades gubernamentales a nivel estatal y municipal; regional, aprovechando la cumbre de Jefes de Estado; social, con empresas transnacionales, ONG, universidades, medios de comunicación y organizaciones sindicales y religiosas; y finalmente la consular y con la diáspora, esto con la red consular y los representantes de los mexicanos en el exterior.

Esto por supuesto nos lleva a un replanteamiento total de lo que propuso el Gobierno federal y nos compromete a entender mucho más las motivaciones de los migrantes y de los retornados, y desde cada país entender que Donald Trump 2.0 buscará desde cualquier nivel comercial y económico presionar para que México nuevamente se convierta en el muro.

Pero hay otro frente abierto en territorio mexicano, los migrantes que ven imposibilitado el sueño americano comienzan a pensar en el sueño mexicano, pero hay una crisis de asilo y refugio, con instituciones completamente debilitadas por falta de recursos y de personal. El desafío no es exclusivamente de nacionales mexicanos retornados, si no es mundial, pues en nuestras oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) también hay delitos contra los derechos humanos, corrupción, trata de personas, asaltos y violencia, entre muchos otros.