¿Quién controla lo que ves en redes?

Abril 2025

Gerardo de la Cruz Alegría

La Nación

¿Alguna vez te has preguntado quién decide lo que aparece en tu feed de redes sociales? La respuesta más común: “los algoritmos”, pero en realidad es más complejo que eso. Vivimos en una era de grandes avances tecnológicos que nos facilitan muchas tareas del día a día, tanto en el trabajo como en la vida personal. Sin embargo, junto con estos beneficios también llegan riesgos importantes.

Uno de ellos es la hiperconectividad, que se refiere al estado en el que las personas y dispositivos están permanentemente conectados entre sí a través de distintas tecnologías digitales. En otras palabras, estamos expuestos a una constante avalancha de estímulos: notificaciones, mensajes, videos, fotos, noticias, correos, etcétera. Esta sobrecarga de información puede tener consecuencias negativas, tanto físicas como psicológicas: estrés, ansiedad, burnout digital, difuminación entre la vida laboral y personal, pérdida de atención e incluso desinformación.

Las redes sociales son una de las principales fuentes de esta estimulación constante y su funcionamiento se basa en algoritmos. Estos algoritmos son los responsables de decidir qué vemos, cuándo y con qué frecuencia. Pero ¿cómo funcionan realmente? De manera general, el proceso tiene cuatro etapas:

  1. Inventario: Todo el contenido disponible que podrías ver (posts de amigos, grupos, páginas, anuncios, publicaciones sugeridas).
  2. Señales: Lo que el sistema aprende de ti: ¿qué dispositivo usas?, ¿con qué tipo de contenido interactúas?, ¿quién lo publicó?, ¿es una foto, video o enlace?, ¿cuánto tiempo pasas viendo ese contenido?
  3. Predicciones: El sistema calcula la probabilidad de que reacciones de ciertas maneras (dar like, comentar, compartir, seguir, etcétera).
  4. Puntaje y orden: Cada contenido obtiene una puntuación y se ordena de acuerdo a esa predicción. Lo que ves primero es lo que el sistema cree que más te interesa.

A primera vista esto puede parecer positivo: contenido adaptado a nuestros intereses. Sin embargo, esta personalización tiene una lógica muy específica detrás. Los algoritmos tienen dos objetivos principales:

  1. Maximizar el tiempo que pasas en la app (porque más tiempo significa más anuncios vistos y, por lo tanto, más ingresos).
  2. Aumentar tus interacciones (porque son señales de que el contenido es relevante).

El problema es que estos objetivos no siempre son saludables para los usuarios. Pueden generar adicción al ofrecer una dosis constante de estímulos que cuesta trabajo dejar, provocar ansiedad o FOMO (miedo a perderse de algo), y crear burbujas informativas en las que sólo se muestra contenido similar al que ya consumimos, reforzando sesgos y reduciendo nuestra exposición a otras perspectivas.

Además, los impactos van más allá de lo individual: también afectan a la democracia. Los algoritmos tienden a priorizar el contenido emocional o polarizante porque genera más interacciones. Esto amplifica mensajes que no necesariamente son verdaderos o que apelan más a las emociones que a la razón. Un ejemplo cercano es el uso político de las redes por parte del gobierno federal, en donde las conferencias matutinas difunden afirmaciones y promesas poco verificables que se amplifican sin filtros en los feeds de millones de personas.

Si bien las plataformas digitales no revelan sus códigos exactos ni todos los datos involucrados, algunas han comenzado a priorizar contenido “positivo” o emocionalmente saludable para mejorar la experiencia del usuario. Aun así, falta mucha más transparencia y regulación a nivel global.

La Unión Europea ha sido pionera en este tema con leyes como la Ley de Servicios Digitales, que obliga a las plataformas a explicar cómo funcionan sus sistemas de recomendación. Organismos como la UNESCO también han impulsado principios éticos para el uso de algoritmos e inteligencia artificial. Por desgracia, en América Latina este debate aún es incipiente y los gobiernos —incluido el mexicano— han sido lentos para promover normas que protejan a los ciudadanos.

En Acción Nacional creemos que la tecnología debe estar al servicio de la verdad, la libertad y la democracia. Urge abrir una conversación seria sobre el impacto de los algoritmos en nuestra vida y exigir reglas claras que eviten que la información que recibimos sea manipulada con fines comerciales o políticos. Una ciudadanía informada comienza por saber cómo funciona lo que vemos. Y hoy, más que nunca, eso pasa por entender cómo funcionan los algoritmos.