Modi y su salto para atrás

Junio 2024

Julio Faesler Carlisle

La Nación

Para sorpresa de muchos, el partido BJP no retuvo su mayoría en la Cámara baja en las elecciones de la India del mes pasado. Como sucedió en el anterior gobierno del BJP de Atal Bihari Vajpayee ahora se tendrá que cohabitar con dos partidos, uno de extrema izquierda y otro regional. De esta manera, Narendra Modi se las arregló para reelegirse otra vez.

El desarrollo de la India en los últimos años ha sido vigoroso. El impulso que Modi, como Ministro en Jefe del Estado de Gujarat, había dado a esa economía mejoró los niveles de vida y más empleo, lo cual animó al electorado a entregarle el poder nacional en 2014.

Modi se ha confiado en continuar alentando la economía india a través de consolidar a su país como potencia mundial, hasta el grado de que hay quienes anticipan que pronto llegará a estar entre las mayores economías del mundo.

El desarrollo de la India ha sido imparable en los últimos años. La compleja sociedad actual tiene como base el que más del 80 por ciento de la población se declara hindú, cuya visión cósmica se ancla en el legendario texto sagrado milenario del Mahabhárata, el más largo del mundo y uno de los grandes libros de sabiduría universal, fuente de ilimitadas enseñanzas.

Modi, al proponerse imponer esa visión del mundo y confirmar a la India como un estado hindú, se ha empeñado en promover leyes que discriminan, hostigan y siembran violencia contra otras religiones, muchas de ellas de gran antigüedad como la Jainita y la Sijk.

Las leyes actuales obligan usos y costumbres hindús a musulmanes, que son 200 millones, el 14 por ciento de la población, también a los cristianos que constituyen el 2.3 por ciento de la población y los Sijks, el 1.7 por ciento. Todos ellos son objeto de tratos semejantes, hecho que va en contra de la Constitución de 1948 que funda el Estado Laico sin preferencias religiosas ni de credos.

Esto nos lleva a recordar el gran relato clásico del Mahabhárata con sus miles de episodios que bien podrían asemejarse a los turbulentos escenarios actuales del siglo XXI, en donde se revuelven y confunden los planes de viejos países que quieren por todos los medios prolongar su hegemonía y autoridad, mientras intentan controlar las fuerzas de las nuevas generaciones que surgen sin control ni rumbo. A lo anterior, se añaden las amenazas de la naturaleza que cobra la incuria humana. El desorden se completa con la imposibilidad de detener la obsesión de recurrir a la guerra como toda opción incluso a la aniquilación.

Hoy en día la promoción al Hindutva de Narendra Modi es un lastre incompatible al desarrollo general de la nación. No sólo el influyente sector empresarial, sino otros sectores de opinión están profundamente preocupados por el futuro de su país en un mundo de crecientes metas y tensiones contrastadas en un marco de países adelantados en todos los continentes.

En su tercera etapa de gobierno, el poder de Narendra Modi bien puede perderse por mucho que las estadísticas religiosas parezcan avalarlo.

India crece en importancia en sus intercambios con México. La presencia de la India en la economía mexicana va creciendo en campos de alta tecnología industrial y en especialidades como conocimientos de utilización de desarrollos combinados y debe alentarse su presencia en ramas científicas y culturales. La cooperación en materia de educación es una necesidad mutua. México y la India comparten mentalidades arraigadas por razón de sus largas experiencias que están buscando nuevas actitudes frente a hechos inevitables.

La India tiene dos nombres: el de India que todos conocemos y el antiguo Bharat que también figura en su Constitución. Modi, al igual que sus ancestros del Mahabhárata, prefiere la versión antigua por eso promueve una religiosidad extrema como él lo acentúa en su fervor por Hindutva.

El tercer periodo de Modi se extenderá al 2030, coincidente con el de Vladimir Putin y el de nuestra flamante presidente virtual Sheinbaum. En los tres casos, la tentación de regreso a formas ya superadas, la de hacer regresar la historia con pedazos conocidos es un cebo envenenado.

Modi ha decidido su camino. Nosotros en México estamos por construir nuevos. El papel de un partido político no se atendrá ya a sus éxitos pasados, sino a su imaginativa para abrirse a la sociedad civil, no para imponer recetas sino para descubrir nuevas avenidas de solución con instrumentos novedosas.

Los Hindutvas han quedado atrás. Hay áreas aún no exploradas para los partidos de verdadera nueva generación como el que debe convertirse el PAN.

 

La nación