La desigualdad entre hombres y mujeres
Marzo 2024
María Elena Álvarez de Vicencio
La historia de la Humanidad enseña que la mujer ha sido, a lo largo de los tiempos, un grupo social vulnerado y discriminado. Sólo hasta que se establecieron los derechos sociales en las Constituciones del mundo y las mujeres pudieron ingresar a estudiar, comenzaron a conquistar sus derechos.
Nuestra Carta Magna, a partir del 31 de diciembre de 1974, reconoció en su artículo 4º la igualdad jurídica entre el hombre y la mujer, con lo cual se estableció la obligación del Estado mexicano de garantizar dicha igualdad en el trabajo, la educación y en la participación política, por citar algunos aspectos.
Es cierto que en pocas décadas se han alcanzado efectos positivos debido al desenvolvimiento de la mujer, en cada vez, más áreas productivas y del conocimiento, lo que modificó su rol de madres y administradoras del hogar, para ser ahora también profesionistas y parte activa en la generación de recursos y sustento familiar.
En el Diccionario Jurídico de la Facultad de Derecho, Porfirio Marquet define a la Igualdad en el derecho del trabajo como “aquella que tienen todas las personas que aspiran o prestan un trabajo personal subordinado, a ser tratados de la misma forma, sin sufrir ninguna discriminación motivada por origen étnico, o nacional, género, edad, discapacidades, condición social o de salud, religión, preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana”.
El INEGI tiene elaborada la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, en la cual se ofrece un panorama estadístico sobre sus montos, procedencia y distribución. Los resultados indican que el promedio de ingreso corriente trimestral de los hogares fue de 63 mil 695 pesos y la principal fuente de esos ingresos es el trabajo, que representa el 65.7 por ciento de los ingresos totales.
La encuesta dice que los principales rubros de gasto son: los alimentos, las bebidas y el tabaco que consumen un 67 por ciento de los ingresos; en segundo lugar, el transporte y comunicaciones, con un 19 por ciento, y, en tercer lugar, la educación y esparcimiento con un 14 por ciento.
Un dato preocupante es el relativo a la reducción del gasto en educación y esparcimiento. En la revisión de 2022, las familias le destinaban el 12.4 por ciento de sus ingresos, es decir, un 2.6 por ciento más de lo que ahora gastan en 2024.
En relación con el género, el ingreso promedio trimestral de los hombres fue de 29 mil pesos y el de las mujeres fue de 19 mil, es decir, una brecha salarial de 10 mil pesos al trimestre.
Tratándose de ingresos por nivel de escolaridad se presentaron cifras preocupantes: mientras que un hombre con máximo de primaria completa ganó en 2022 un promedio trimestral de 17 mil pesos, una mujer con los mismos estudios percibió poco menos de 10 mil pesos. Por otra parte, en el mismo año, un hombre con posgrado completo o incompleto ganó un promedio trimestral de más de 106 mil pesos, mientras que una mujer en la misma situación recibía poco más de 75 mil pesos.
Lo anterior es relevador y evidencia la discriminación hacia las mujeres, a pesar de contar con la misma preparación académica. Los efectos adversos transcienden y lastiman al resto de los miembros de su familia.
Con lo antes aquí expresado, queda de manifiesto la persistencia de una desigualdad material real de las mujeres en el trabajo, que menoscaba sus derechos y libertades como personas, lo cual debe seguirse combatiendo en aras de alcanzar una justicia social plena.