El “humanismo” de AMLO

Diciembre 2022

Fernando Rodríguez Doval

La Nación

Hilaridad, por decir lo menos, causó en amplios sectores la disparatada definición como “humanismo mexicano” que Andrés Manuel López Obrador hizo de su propio movimiento político. Y es que si analizamos las acciones que este gobierno ha llevado a cabo y las creencias que lo sustentan, podemos apreciar con rapidez que no solamente son distintas al humanismo, sino también verdaderamente antitéticas.

Lo primero que hay que decir es que la base antropológica que sustenta al humanismo político es la eminente dignidad de la persona. La dignidad eminente de la persona es algo que antecede al Estado y a la propia ley positiva. En otras palabras, no son el Estado ni la ley los que otorgan al ser humano su dignidad, sino que ésta es inherente y, por lo tanto, no está sometida a la regla de la mayoría ni a lo que diga el más fuerte.

La dignidad no es un derecho más que se tenga, sino que es el origen de todo derecho, el primero de ellos a la vida desde el momento de la concepción y hasta la muerte natural. Y estos derechos inalienables, que se derivan de la dignidad humana, deben ser reconocidos por el Estado.

Aquí ya encontramos una diferencia de fondo con la visión política de AMLO y los suyos. A lo largo de su trayectoria, López Obrador siempre ha defendido un Estado fuerte que tenga preeminencia sobre las comunidades y personas, que sea el motor del desarrollo, que sea el principal proveedor de bienes y servicios. En su gobierno hemos visto cómo se ha intentado implementar esta lógica estatista en decisiones de todo tipo: económicas, energéticas, educativas, de salud. El estatismo es incompatible con el humanismo.

El humanismo afirma que cada persona es un fin en sí misma, no un medio para conseguir algo, por lo que de ninguna manera debe ser instrumentalizada. Se vulnera la dignidad humana cuando se considera al ser humano como un parásito del Estado que solamente debe estirar su mano para recibir un recurso público, sin que se le dé oportunidad de mejorar por sí mismo su propia condición, como ha sido la política social del gobierno morenista; o cuando se le entrega una despensa para que vote por tal o cual partido político, o para que vaya a un evento político, como ocurrió tristemente en la reciente marcha de “apoyo” a AMLO; peor aún, cuando se le hacen descuentos de su salario para desviarlos hacia determinado grupo político, algo que la propia autoridad electoral ha acreditado en diversos municipios gobernados por Morena, siendo Texcoco el más emblemático cuando estuvo al frente Delfina Gómez.

El populismo, del que López Obrador es un preclaro representante, pretende apoderarse de la conciencia de las personas y, por lo tanto, de su inteligencia y su voluntad, o sea, su libertad. El populismo desconoce la responsabilidad individual y comunitaria y todo lo circunscribe a un líder mesiánico.

El humanismo apela a la cultura del encuentro, a la solidaridad social, al diálogo, a la reconciliación. Porque a pesar de que en una sociedad puedan existir posturas divergentes en los distintos temas, no es el conflicto la esencia de la política ni la norma suprema de las relaciones sociales, sino la capacidad de anteponer el bien común a cualquier división. Justo lo contrario de lo que hace López Obrador, quien cada mañana se dedica a insultar, agraviar y descalificar a todos aquellos que no piensan como él o que han osado dirigirle alguna crítica. Porque, en el fondo, lo que busca AMLO es construir un régimen hegemónico que avasalle a todos los que no piensan como él. Hoy el país tiene unos niveles de polarización social y política como hacía muchos años no se veían.

En suma, es evidente que López Obrador y su partido están a años luz del humanismo integral y solidario. Su intento por apropiarse de este término solamente refleja una negativa a reconocerse como un populista que simpatiza con el socialismo bolivariano, así como una derrota cultural frente al PAN, partido al que AMLO ve como su principal enemigo y que, ese sí, ha impulsado el humanismo en México desde hace 83 años.

 

Fernando Rodríguez Doval es Secretario de Estudios y Análisis Estratégico del CEN del PAN.

Twitter: @ferdoval

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