Ya no hay vuelta atrás: la política también es nuestra
Junio 2025
Mayuli Latifa Martínez Simón

La historia que no debemos olvidar
Durante décadas la participación política de las mujeres en México fue más una aspiración que una realidad. Sin embargo, hoy estamos escribiendo una nueva historia. Y es un privilegio formar parte de ella.
Para hablar del presente debemos reconocer el pasado. Un nombre que resuena con fuerza en la historia de los derechos políticos de las mujeres es Elvia Carrillo Puerto, conocida como “La Monja Roja del Mayab”. En 1923 se convirtió en una de las primeras diputadas del país, electa en el Congreso de Yucatán, mucho antes de que el derecho al voto femenino fuera reconocido a nivel nacional. Su lucha no fue fácil, enfrentó amenazas, ataques y tuvo que abandonar su cargo. Pero su legado sigue inspirándonos.
1953: el voto, una conquista de todas
Fue hasta 1953, tras años de activismo y debate, que las mujeres mexicanas obtuvimos el derecho constitucional a votar y ser votadas. El gobierno del presidente Adolfo Ruiz Cortines impulsó esta reforma que marcó un antes y un después. Aquel año, miles de mujeres acudieron por primera vez a las urnas, ejerciendo su derecho cívico con orgullo.
Desde entonces, hemos avanzado, pero no sin enfrentar obstáculos. Las reformas electorales de las últimas décadas han sido clave para transformar la cultura política, aunque cada paso ha costado esfuerzo, convicción y constancia.
Reformas que abrieron camino
La reforma político-electoral de 1996 estableció cuotas de género del 30 por ciento. Más tarde, en 2014, la paridad total fue inscrita en la Constitución, exigiendo a los partidos políticos postular al menos 50 por ciento de candidatas mujeres a todos los cargos de elección popular.
Recuerdo bien cuando, en 2008, fui candidata a diputada local suplente. En ese entonces, muchas mujeres sólo accedíamos a espacios secundarios. Las fórmulas titulares seguían siendo para los hombres. No fue sino hasta que se establecieron reglas claras de paridad —no sólo en el papel, sino en la práctica— que comenzamos a ver un cambio real.
Hoy somos la mitad del Congreso
Gracias a estas reformas, hoy las mujeres ocupamos cerca del 50 por ciento del Congreso, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. En la actual Legislatura LXV, hay 250 diputadas y 64 senadoras. Ya no somos excepciones: somos la norma.
Y eso tiene un impacto directo en las políticas públicas, en la visibilización de temas antes ignorados —como la violencia de género, la salud reproductiva y los cuidados— y en la calidad del debate democrático.
Lo personal es político
He vivido esta evolución desde distintos frentes: como regidora municipal, como diputada local, y hoy como senadora de la República. Sé lo que significa ganarse un lugar en un entorno históricamente masculino. Y también sé del compromiso que implica abrir paso para que muchas más mujeres lleguen.
La presencia femenina en los espacios de poder no sólo garantiza representatividad: enriquece la visión política, amplía las agendas y fortalece la democracia.
Gobernar distinto, gobernar con visión
Las mujeres solemos imprimir una forma distinta de gobernar: más cercana, más ética y más consciente de las necesidades reales de la gente. Eso no significa que no haya errores o malas prácticas, pero en su mayoría, las mujeres en cargos públicos entregamos resultados positivos, porque sabemos lo que cuesta llegar. Y justamente por eso, no podemos permitirnos fallar.
Todavía hay retos
Aún hay desafíos por delante. La violencia política de género —tipificada como delito en 2020— es una realidad que muchas compañeras enfrentan. Las resistencias culturales, los estereotipos y el miedo al cambio siguen presentes.
Pero también hay más herramientas legales, más conciencia ciudadana y más mujeres dispuestas a no ceder ni un paso.
No hay marcha atrás
Hoy más que nunca necesitamos que más mujeres levanten la mano, participen, se atrevan. No sólo para ocupar espacios, sino para transformarlos con firmeza y dignidad.
No estamos aquí por casualidad ni por cuota: estamos porque tenemos la capacidad, la vocación y el compromiso. Porque esta nueva política ya tiene rostro de mujer. Y no hay marcha atrás.
Mayuli Latifa Martínez Simón es Vicecoordinadora del Grupo Parlamentario del PAN en el Senado de la República.
