María Corina y la esperanza
Diciembre 2025
Fernando Rodríguez Doval
El otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a la líder venezolana María Corina Machado no solamente ha supuesto un enorme espaldarazo a la lucha por la libertad de Venezuela, sino que también ha evidenciado el muy poco talante democrático de buena parte de la izquierda, tanto mexicana como internacional.
Lo primero que hay que decir es que en Venezuela no existen dos bandos en legítima pugna por el poder; lo que ahí hay es una tiranía cada día más sanguinaria y represora, encabezada por un siniestro dictador llamado Nicolás Maduro. Mantenerse neutral, so pretexto de la equidistancia o, peor aún, de la no intervención, significa ser cómplices de quienes torturan, secuestran y persiguen a los opositores.
El socialismo populista bolivariano gobierna Venezuela desde 1999, primero en la persona de Hugo Chávez y, a la muerte de éste, en la de Nicolás Maduro. Ha logrado la nada encomiable proeza de convertir a una de las naciones más prósperas y estables del continente en una inmensa cárcel donde la gente sobrevive en condiciones paupérrimas. Alrededor de ocho millones de personas han huido del país y la economía está completamente destrozada. Sus cárceles acogen a centenares de presos políticos que padecen tortura e incomunicación.
En julio del año pasado, el gobierno de Maduro literalmente se robó de la forma más vil, burda y cínica unas elecciones donde las actas recolectadas por la oposición acreditaban el triunfo de Edmundo González Urrutia por casi el 70 por ciento de los votos.
María Corina Machado ha encarnado, desde hace muchos años, los ánimos libertarios de su pueblo. Con enorme valentía ha enfrentado al gobierno y ha unido a la oposición, sufriendo persecuciones de todo tipo, tanto para ella como para su familia. El Premio Nobel que recibe es equiparable al que en su momento recibieron líderes como el polaco Lech Walesa o el sudafricano Nelson Mandela, quienes también lucharon por liberar a sus pueblos de las opresiones de gobiernos tiránicos.
A pesar de ello, es verdaderamente increíble que la izquierda cuestione este más que merecido reconocimiento. La presidenta Claudia Sheinbaum pronunció un lacónico “sin comentarios” cuando se le preguntó al respecto, y los analistas y comentaristas más cercanos al morenismo se hartaron de descalificar a Machado tildándola de golpista y hasta de terrorista. El comunista español Pablo Iglesias, flamante asesor del gobierno mexicano, equiparó a Machado nada menos que con Hitler. Algo parecido hizo el dictador cubano Miguel Díaz-Canel y otros líderes izquierdistas internacionales.
El Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado premia su incansable lucha democrática, una lucha que ha adquirido tintes de verdadero heroísmo. Abre una puerta de enorme esperanza, ya que muestra que ni Venezuela ni la América hispana están condenadas al populismo izquierdista ni a socialismos trasnochados. La noche no será eterna. Quizá por eso los autoritarios estén tan molestos.
Fernando Rodríguez Doval es Consejero Nacional.