La esencia del voluntariado

Abril 2025

Javier Brown César

La Nación

Acción Nacional nació a la vida pública gracias a la concurrencia afortunada de un grupo selecto de personas de buena voluntad, quienes aportaron su visión de un México más justo, libre y plural, así como de una acción política elevada al plano espiritual y caracterizada por la transparencia, la pulcritud y el decoro.

Immanuel Kant, uno de los grandes moralistas de la historia, afirmó que “No es posible pensar nada dentro del mundo, ni después de todo tampoco fuera del mismo, que pueda ser tenido por bueno sin restricción alguna, salvo una buena voluntad”. En efecto, la voluntad buena es perfecta, santa, lleva a la persona a su máximo nivel de elevación espiritual gracias a las buenas obras y a las buenas acciones.

Desde su fundación hasta el día de hoy, el PAN se ha caracterizado por ser un partido que, en lugar de apostar por la movilización de masas inertes y manipuladas, lo ha hecho por la acción política voluntaria. El voluntariado político ha marcado históricamente al Partido con actos heroicos, sacrificios casi inexplicables y vidas ejemplares. La apuesta por el voluntariado político conlleva generosidad sin límites, renuncia a los afanes personales y entrega total a las demás personas.

El voluntariado realiza así los ideales de la Ética de Emmanuel Lévinas: una entrega incondicional y absoluta hacia las demás personas que, llevada al límite, hace del heroísmo y de la santidad estilos de vida incontrastables bajo una mística de entrega total. El voluntario es la antítesis del mercenario: éste sólo hace lo que tiene que hacer cuando recibe su paga; el primero hace lo que tiene que hacer incluso pagando.

Ser voluntario conlleva la renuncia permanente al interés propio, implica un salir del yo para abrirse al nosotros, de ahí que sea a la vez donación, entrega, desasimiento y altruismo. Sus formas son múltiples y variadas: formación de personas, trabajo comunitario, conformación de asociaciones al servicio de otras personas, servicio social voluntario, cuidado de otras personas, donativos, actos altruistas, etcétera. Es, en fin, tan ilimitado como lo son las necesidades humanas.

El voluntariado tiene resortes misteriosos: no lo activan el dinero, ni el poder, ni el honor o la gloria; en muchas ocasiones el voluntariado se da debido a alguna experiencia personal o familiar que cambia de forma definitiva la vida de alguien, y en ocasiones es hijo del dolor, de la pérdida, de constantes padecimientos, injusticias y sufrimientos.

El voluntariado es una de las expresiones más sublimes de la solidaridad: implica reconocimiento, presencia, amor, entrega incondicional a otras personas. Es un sublime acto de donación en que las personas dan lo mejor de su vida a otras: su tiempo, su talento, su amor, su entrega desinteresada, sus palabras que sanan y confortan. Al practicar la política que sólo nace a partir de la buena voluntad llevamos el ideal de bondad a la máxima perfección. Por eso, el voluntariado nace del amor sublime, de un apetito superior, a la vez intelectual y espiritual.

Pero para que el voluntariado sea perfecto e impecable hay que superar los vicios propios de la voluntad, para que ésta sea, como en Kant, santa. Un enemigo poderoso del voluntariado es el voluntarismo. La persona voluntarista peca de soberbia descomunal: cree que con el mero decir las cosas suceden, postula que por decretar algo, esto se hace real. Igualmente enemigo del voluntariado es la coacción: quien es obligado a hacer algo no es verdaderamente libre; quienes movilizan personas en actos políticos destruyen en sus raíces la libertad, convirtiendo a quienes son movilizados en rehenes de una voluntad que no es propia. De ahí que participar, más que estar presente en cuerpo, es tomar parte o ser parte de algo en espíritu.

Pasiones como el resentimiento, el odio, la avaricia o la ira destruyen al voluntariado, porque en el fondo esclavizan a las personas a motivos ajenos a los de la pureza de una buena voluntad. De ahí que, en la fundación de Acción Nacional, Manuel Gómez Morin destacara la pureza y pulcritud de intenciones de las y los fundadores: “Esta es una reunión de hombres venidos de los más diversos rumbos del país y de la sociedad mexicana, sin compromisos previos, sin la simulación de una representación ficticia, sin apetitos personales, animados por el unánime y exclusivo deseo del bien de México”.

La ignorancia es un brutal enemigo silencioso del voluntariado. La persona ignorante tal vez pueda tener buenas intenciones, pero peca del vicio de imprudencia, al ser incapaz, por falta de conocimiento, de determinar los medios aptos para lograr un fin determinado. Se trata del error denunciado por Gómez Morin con gran acierto: “es peor el bien mal hecho que el mal mismo, pues lo primero destruye la posibilidad del bien y mata la esperanza; el mal, al menos, renueva la rebeldía y la acción”.

La ruta del voluntariado es estrecha y difícil: pocas personas se atreven porque conlleva grandes esfuerzos y sacrificios sublimes. En este camino, las famosas 4b de las que hablaba Alberto Ling Altamirano se deben poner en práctica:

La Benedicencia o el bien decir, porque las palabras de amor sanan, confortan y ayudan. Son un bálsamo redentor, como las palabras de aliento de una madre protectora.

La Benefidencia o la confianza mutua, como la forma idónea para superar el miedo y el temor que aquejan a nuestras sociedades. La confianza genera esperanza, permite recuperar los sueños individuales y apostar por un mejor futuro, porque sólo recuperando sus sueños las personas ven el futuro con esperanza y no con miedo. Por eso decía el Maquío: “Mi lucha no es para que tú creas en mí, y en mis sueños, sino para que tú creas en ti y en tus sueños y luches por ellos. Cuando hayas aprendido esto, habrá terminado la misión del Maquío”.

Por último, la Benevolencia o la buena voluntad, la cual, como postulaba Kant, debe ser a la vez santa y perfecta. Esta voluntad nos lleva al culmen de la vida social: la Beneficencia, las buenas obras, como parte fundamental para la construcción del bien común. Beneficencia que consiste en hacer el bien sin condiciones, llevando la acción individual al supremo ideal de caridad y perfección. Porque el voluntariado, cuando es puro, auténtico y bueno, es una vía de perfeccionamiento humana que conlleva buscar la perfección en común de la vida en común.

 

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