¿Ética o ideología de la inteligencia artificial?, de Adela Cortina
Julio 2025
Julio Castillo López

Adela Cortina es, sin lugar a duda, una de las pensadoras más relevantes del ámbito ético y filosófico contemporáneo. Su obra ha girado en torno a la defensa de una “ética mínima”, una ética del reconocimiento mutuo que, sin caer en relativismos, busca ser válida en sociedades pluralistas. Para leer su nuevo libro, o cualquiera de sus textos, no hay que olvidar que estamos hablando de alguien con formación filosófica y por lo tanto su estilo además de estar lleno de citas y referencias, es sumamente explicativo.
En su más reciente libro, ¿Ética o ideología de la inteligencia artificial?, Cortina aborda uno de los debates más relevantes y menos comprendidos del siglo XXI: el papel de la ética en la evolución y aplicación de las tecnologías inteligentes. Desde las primeras páginas, la autora distingue entre el uso legítimo de la inteligencia artificial como herramienta al servicio del bien común, y su conversión en ideología, es decir, en un sistema cerrado que pretende sustituir a la deliberación moral por una supuesta racionalidad algorítmica. La pregunta de fondo es si estamos construyendo tecnologías que respetan la dignidad humana o si nos estamos entregando acríticamente a una nueva forma de dominación disfrazada de progreso.
Cortina desmonta con claridad y argumentos, las visiones extremas que dominan el discurso sobre la IA: tanto el “apocalipticismo” que ve en ella la destrucción de la humanidad, como el transhumanismo que promete una especie de salvación y de vida eterna tecnológica. Ambos, sostiene, son ideologías que se apropian del discurso científico para imponer una visión interesada de la realidad. En cambio, propone una ética crítica que permita evaluar los desarrollos tecnológicos desde los principios de justicia, autonomía, no maleficencia y rendición de cuentas. La IA, recuerda con insistencia, no toma decisiones: produce resultados. Las decisiones siempre recaen en los seres humanos, y, por tanto, la responsabilidad también.
Uno de los aspectos más valiosos del libro es su defensa del concepto de “razón cordial”, esa combinación de racionalidad y empatía que nos permite comprender al otro como alguien digno de ser escuchado. En un mundo donde los algoritmos ya determinan qué vemos, qué compramos e incluso a quién conocemos, Cortina alerta sobre el riesgo de que cedamos nuestra autonomía a sistemas que, por más sofisticados que sean, no tienen conciencia ni ética. El verdadero peligro no está en que la IA se vuelva más inteligente que nosotros, sino en que dejemos de ejercer nuestra capacidad crítica por comodidad o por miedo.
El libro también explora las implicaciones educativas de la IA, subrayando el riesgo de convertir la formación en un proceso algorítmico que refuerza desigualdades y anula la posibilidad de juicio. En lugar de fomentar la libertad, muchas plataformas tienden a modelar el pensamiento, seleccionando lo que uno “debe” aprender, leer o ver. La autora hace un llamado urgente a replantear el papel de la educación como espacio de construcción de sentido y no de simple reproducción de datos.
También es importante señalar que en la última parte del libro (cerca de un tercio del texto) el tema cambia y el centro se torna en la libertad de expresión, las formas de censura, las amenazas a la democracia (que incluso plantea como el posible fin de la democracia), la pérdida del pensamiento crítico y la adaptación tanto de la educación como del mundo que convive con herramientas generativas.
En suma, ¿Ética o ideología de la inteligencia artificial? es una obra indispensable para entender el desafío ético que representa el avance tecnológico. Cortina no cae en el catastrofismo ni en la ingenuidad. Su mirada es crítica pero esperanzada: cree que todavía estamos a tiempo de humanizar la tecnología, de hacerla compatible con nuestros valores más fundamentales. No se trata de renunciar al progreso, se trata de orientarlo. Porque, como bien señala, una tecnología sin ética es simplemente poder sin brújula. Y en ese extravío, lo que está en juego no es sólo la libertad, sino la propia dignidad humana.
Julio Castillo López es Presidente de la Fundación Rafael Preciado Hernández.
