Testimonio de sencillez y mística panista en Jalisco

María de Lourdes Sánchez

Septiembre 2025

Gerardo de la Cruz

La Nación

La historia del Partido Acción Nacional (PAN) no se narra solo a través de los grandes líderes que han ocupado cargos públicos, sino también en las vivencias de aquellos que han dedicado su vida a la organización desde la trinchera de la militancia. María de Lourdes Sánchez Ordóñez, una mujer que con 86 años ha sido testigo y protagonista del devenir panista. Su relato es un tejido de anécdotas personales que explican la mística de una institución que, durante décadas, creció al margen del poder.

Nacida en la Ciudad de México en 1939, el mismo año que el PAN, su vida tomó un rumbo definitivo al mudarse a Guadalajara a los seis años. "Me considero tapatía", afirma con la convicción de quien ha dedicado su vida a una causa en la efervescencia política de Jalisco.

Su acercamiento al partido, en una época donde la vida pública estaba dominada por una hegemonía casi total, no fue una herencia familiar, sino una elección personal, influenciada por su novio, Manuel Baeza, un joven panista desde la adolescencia. En los años 50, cuando el PAN era prácticamente invisible para la mayoría de la población, Manuel ya trabajaba arduamente en sus filas. El matrimonio en 1962 selló no solo una unión personal, sino el inicio de su inmersión total en la vida partidista.

Su militancia fue, desde el inicio, un trabajo de base, despojado de cualquier glamour político. "Cuando yo me caso, pues entro, o sea, entro por él al partido, y luego yo me empiezo a enamorar", recordó con emotividad.

“Llegué a pegar calcomanías, a dar volantitos, me salía a la calle a hacer labor de partido”. Estas acciones, sencillas pero cargadas de significado, constituían la esencia de la labor de un panista en aquellos años: un esfuerzo por convencer a uno por uno, de construir una credibilidad que no se ganaba en los medios, sino en el contacto directo con la gente. El panorama político era radicalmente distinto, “no había nada, o sea, prácticamente la gente no conocía el Partido Acción Nacional”, la militancia era un acto de fe y de resistencia.

A lo largo de su trayectoria, María de Lourdes fue testigo de los vaivenes del partido. Las derrotas electorales no desanimaban a la militancia; por el contrario, la forjaban. Cada revés era una oportunidad para reafirmar los principios, para volver a las calles con más convicción.

Hoy, a sus 86 años, observa con una mezcla de preocupación y pragmatismo el panorama político nacional y la situación de su partido: su análisis es riguroso y directo. “No estamos para quejas ya si hay que decir lo malo, pero ya hay que darnos, tenemos que salir adelante, precisamente porque ya sabemos cómo está la situación”.

Su voz, forjada en la adversidad y la experiencia, se alza como un llamado a la acción. Ella cree en la responsabilidad individual y en la necesidad de que los militantes y ciudadanos no se queden en la simple crítica, sino que actúen.

Sánchez Ordóñez tiene una visión clara del futuro, y paradójicamente, no la sitúa en su generación, sino en la siguiente. Su mensaje más contundente es para los jóvenes, a quienes considera la fuerza capaz de revertir el rumbo del país. “Los jóvenes tienen que salir adelante, son los únicos que nos pueden dar la mano y sacar a México adelante”, afirma con la convicción de quien ha visto al partido crecer, caer y levantarse una y otra vez.

La vida de María de Lourdes es un capítulo vivo de la memoria panista en Jalisco, un testimonio de que la política es un compromiso de vida que exige constancia y lealtad a los principios. Su historia es la de una militante de a pie, una pieza clave en el engranaje que, a lo largo de 86 años, ha permitido al PAN resistir y adaptarse.

Su relato, lleno de experiencias y reflexiones personales, es un recordatorio de que la verdadera fuerza del partido reside en la convicción inquebrantable de quienes la sostienen desde la base.