Meméxico lindo y…
Mayo 2023
Sergio Rodríguez Colín
Luego de que el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declarara invalida la reforma a la Ley General de Comunicación Social y la Ley General de Responsabilidades Administrativas, conocida como “Plan B”, que pretendía en términos generales la desaparición del Instituto Nacional Electoral, el presidente López Obrador ha iniciado, a partir del 8 de mayo, el camino que determinará el final de su sexenio.
Ante este descalabro, el político tabasqueño ha iniciado la estrategia del “Plan C”, el cual consiste, según sus propias palabras: “lo primero que se tiene que hacer es tener mayoría calificada en el Congreso para que se puedan hacer reformas a la Constitución, porque la mayoría simple no lo permite. Actualmente, quienes están por la transformación del país tienen mayoría, pero no mayoría calificada”.
¿Qué quiere decir esto? Pues que el presidente comenzó a violar flagrantemente la legislación electoral al condicionar a más de un año de distancia del proceso electoral del 2024 a las y los mexicanos para que voten por su movimiento en “beneficio de México”.
El escenario se vuelve peor aún si esta estrategia se hace realidad, ya que todos los organismos autónomos estarían en riesgo de desaparecer ante la cínica sugerencia del tabasqueño, quien sin tapujos dijo: “para poder reformar la Constitución se necesitan 334 diputados. ¡Hay que ir por los 334 en la próxima elección! Ese es el ‘Plan C’. Cuando se vaya a votar, que se piense en eso”.
Lo que el presidente busca es un país sin contrapesos, que garantice la perpetuidad de su movimiento, el enriquecimiento de los suyos, la impunidad, el control total del país por medio de otorgar al Ejército Mexicano el control de los puertos, del espacio aéreo y hasta de la explotación de sus obras insignias.
De darse un resultado electoral adverso al previsto por el tabasqueño, que no obtuviera la mayoría calificada en el Congreso, también ya tiene listo el contrataque: el falso camino del fraude electoral, tal y como lo hizo en el 2006 cuando perdió la elección presidencial ante Felipe Calderón.
Para ello mantiene a sus simpatizantes manifestándose ante la sede de la SCJN y él mismo ha difundido los supuestos privilegios que tiene el Poder Judicial, desviando, una vez más, la mira de lo realmente importante: la defensa de la democracia en México.