El voto de las personas mayores (2009–2024)

Agosto 2025

Jesús Isaac Flores Castillo

La Nación

El Instituto Nacional Electoral (INE) ha puesto a disposición una plataforma que concentra, con rigor censal, los datos de participación ciudadana desde 2009 hasta 2024. El análisis muestra una constante: las personas adultas mayores no sólo votan más que cualquier otro grupo de edad, sino que su peso en las urnas crece elección tras elección. En 2024 casi una de cada cuatro personas que acudió a votar tenía 60 años o más.

Una radiografía precisa

Los Conteos Censales de Participación Ciudadana se elaboran con base en un registro directo: el conteo de las marcas “VOTÓ” en los cuadernillos de la Lista Nominal de cada casilla. No son estimaciones ni encuestas, sino cifras exactas que permiten saber cuántas personas votaron, su edad y sexo, así como el contexto territorial en el que emitieron su sufragio.

Gracias a esta metodología es posible comparar elecciones desde 2009 y desagregar los datos hasta el nivel de sección electoral. Esto permite observar con claridad cómo las personas adultas mayores se han consolidado como un actor central en la vida democrática del país.

La plataforma permite ubicar, sección por sección, las concentraciones de personas mayores y sus patrones históricos de voto, orientando mejor la estrategia territorial. Por ejemplo, se puede visualizar que los jóvenes votan más en áreas rurales que en urbanas y lo opuesto ocurre con los adultos mayores.

2024: constancia y peso creciente

En la elección presidencial de 2024 la participación nacional fue de 59.7 por ciento. Entre las personas de 60 años o más, las cifras son notablemente más altas: los intervalos de 65–69 y 70–74 años alcanzaron las mayores tasas de participación de toda la serie histórica, superando el 75 por ciento.

La edad promedio del votante fue de 45-46 años, la más alta registrada desde 2009. Este dato refleja un fenómeno claro: el electorado que acude a las urnas está envejeciendo y las personas adultas mayores representan una parte cada vez más numerosa e influyente.

Por etapas de vida, quienes integran la categoría “Adulta Mayor” (60 años o más) representaron el 23 por ciento del total de votos emitidos en 2024. Si sumamos a la etapa “Adulta Plena” (45–59 años), este bloque concentra la mitad del electorado efectivo.

Un compromiso cívico forjado en la historia

La mayor participación de las personas adultas mayores no es un hecho aislado: es el resultado de una trayectoria cívica que se ha construido a lo largo de décadas. Se trata de una generación que vivió la transformación democrática de México: presenció el fin del monopolio político, defendió el voto en tiempos en que hacerlo implicaba riesgos, impulsó reformas para garantizar la transparencia electoral y celebró las primeras alternancias en gobiernos estatales y en la Presidencia de la República.

Para ellos, votar no es un mero trámite administrativo, es un acto cargado de significado personal y colectivo. Saben que los derechos políticos no son un regalo, sino conquistas que costaron años de esfuerzo y organización. Por eso, no quieren atestiguar retrocesos. Su participación constante es una declaración de que la democracia vale la pena y debe cuidarse.

Es cierto que en los últimos años se ha instalado la idea de que las y los adultos mayores votan por quien les ofrece apoyos sociales. Sin embargo, la evidencia muestra que este electorado es diverso, informado y capaz de cambiar su voto cuando siente que su seguridad, su salud, su libertad y su dignidad están en juego. La historia reciente demuestra que no existe un voto cautivo inamovible: cuando un partido escucha, respeta y propone soluciones reales a sus problemas, el voto se puede recuperar.

Ellos y ellas son testigos vivos de que el país puede cambiar para mejor. Han visto cómo se derriban barreras y cómo se construyen instituciones sólidas. Y saben, quizá mejor que nadie, que las conquistas democráticas no son permanentes si no se defienden con la herramienta más poderosa que tienen: su credencial para votar.

El lema “El futuro tiene experiencia” describe un hecho: las y los votantes mayores de 60 años son un pilar de la democracia mexicana. Dedicarles propuestas concretas y cercanas no sólo es un acto de justicia, sino una estrategia decisiva. En los intervalos de 60 a 74 años se concentran las tasas más altas de participación; para los de 80 años o más, la logística y el acompañamiento marcan la diferencia. Igualmente, será imprescindible incorporar a mujeres mayores en la operación y en la estrategia. Su liderazgo comunitario y su compromiso sostenido las convierten en aliadas clave para la movilización electoral.

Conclusión

Los datos del INE no dejan lugar a dudas: las personas adultas mayores son el ancla de la participación ciudadana en México. Su constancia electoral es un capital político invaluable, ellos “escucharon llorar al perro”. Si usted, joven lector, tiene que buscar dicha referencia en Google confirmará esta aseveración. Para Acción Nacional el reto es claro: transformar estas cifras en una estrategia sólida que les reconozca, les escuche y les facilite el camino a las urnas. Son la generación que defendió el voto cuando hacerlo implicaba desafíos reales. Son quienes saben que la democracia no es un regalo, sino una conquista que hay que cuidar. Y hoy cada vez son más.