El PAN y el 2 de octubre de 1968
Octubre 2018
Maricarmen Rizo
Por Marco Antonio Adame Castillo. El pasado 2 de octubre tuve el honor de hablar a nombre de la bancada del Partido Acción Nacional en la Cámara de Diputados en la Sesión Solemne de conmemoración de las víctimas del 2 de octubre de 1968. Este es un hecho doloroso de nuestra historia que es necesario recordar porque a 50 años de distancia aún falta esclarecer la verdad de lo que ocurrió, porque aún no se hace justicia a las víctimas de la represión y porque no puede volver a suceder un derramamiento de sangre por falta de diálogo y de entendimiento entre quienes defienden opiniones políticas distintas. Durante la Sesión Solemne pude reiterar la posición que desde entonces ha sostenido el PAN ante este conflicto, porque medio siglo después sigue siendo necesario esclarecer la verdad de lo ocurrido y porque aún no se hace justicia a las víctimas de la represión. A 50 años de distancia sostenemos las mismas respuestas: ¿era necesario que jóvenes mexicanos fueran encarcelados y masacrados por reunirse y protestar? La respuesta es No, por supuesto que No. ¿Era necesario que el régimen de entonces hubiera desatado la violencia y el terror para amedrentar a la sociedad? No, bajo ninguna circunstancia. No había justificación alguna para atentar contra los jóvenes, los maestros y padres de familia, y nunca la habrá. No puede ni debe haber razón de Estado que permita actuar de esa forma. Durante el verano de 1968 en nuestro país, el 30 de julio, con la destrucción de la puerta del Colegio de San Ildefonso ordenada al Ejército, volaron en mil pedazos las posibilidades de entendimiento y de confianza en las autoridades. El PAN protestó enérgicamente contra la violencia y la represión a los estudiantes y el asalto de la policía y el Ejército a los planteles. Y fue el único partido, de los hoy existentes, que defendió sin ambages la autonomía universitaria y la libertad de expresión de los estudiantes, censurando que el gobierno prefiriera el uso de la fuerza al diálogo y a la razón. Lo dijimos entonces y lo reiteramos ahora: México debe ser un país para todos, una nación cuyas diferencias no nos dividan ni nos enfrenten y donde la pluralidad sea la fuerza de nuestros consensos. Los presidentes del PAN, Adolfo Christlieb primero e Ignacio Limón después, y los diputados panistas en la Cámara, así como el Dirigente Juvenil, Diego Fernández de Cevallos, llamaron a la cordura a las partes en conflicto. Las palabras de Adolfo Christlieb fueron las siguientes: “Es necesario que los estudiantes reconozcan que el gobierno no puede actuar bajo amenazas de nuevas violencias y que, por otra parte, las autoridades eviten que a su nombre haya quienes estén exaltando los ánimos contra los estudiantes, para buscar, si llega el caso, un enfrentamiento, de grupos de civiles en contra de los mismos”. El 18 de septiembre, el Gobierno dio al Ejército la orden de ocupar la Ciudad Universitaria, hecho que indignó a un partido fundado por universitarios. El maestro Rafael Preciado Hernández denunció desde la Tribuna de Cámara de Diputados la ocupación y la violación a la autonomía universitaria, y exigió la salida inmediata del Ejército de la Universidad. El diputado panista, José Ángel Conchello, expresó con las siguientes palabras el sentir de la juventud agraviada por la violencia y la represión: “Tal vez esta generación de jóvenes no sepa lo que quiere, pero sí sabe qué es lo que rechaza… están en contra del orden establecido, contra los intereses creados; esta generación se ha cansado de la mentira a la que nosotros ya nos habíamos acostumbrado”. La tarde del 2 de octubre el Ejército abrió fuego contra la multitud reunida en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. La narración de los hechos, escrita por el diputado panista Gerardo Medina y publicada en La Nación, es dolorosa y desgarradora: “Estudiantes desnudados y amontonados con otros detenidos entre las antiguas pirámides semidescubiertas. Escenas de espanto por San Juan de Letrán. Sangre que escurre por las escaleras de los edificios, que moja el pasto y las losas de tezontle. Brutales allanamientos de morada. Saqueos. Ulular de sirenas. Heridos. Muertos. Masacre. Cadáveres desnudos, la mayor parte con balazo en la cabeza. Diálogo asesino en las tinieblas de una noche inacabable que el torrencial aguacero no alcanza a refrescar…” El Partido Acción Nacional no accionó los gatillos, no recibió en el cuerpo las mortíferas ráfagas de las armas, ni los tiros de gracia, pero su dignidad junto a la de la Patria quedó mancillada aquella noche. Cuando el miedo y el silencio se habían apoderado ya de la opinión pública, el hecho fue discutido el viernes 4 de octubre en la Cámara de Diputados; ahí, la mayoría parlamentaria propuso y aprobó dar un apoyo incondicional a las acciones tomadas por el gobierno. Ante ello, el diputado panista Efraín González Morfín expresó: “Debemos intentar un deslinde imparcial de responsabilidades, para evitar la repetición de los hechos e insistir en la necesidad de respeto a la Constitución de la República. No sólo invocándola cuando se trate de la defensa del orden público, sino también cuando se trate del respeto a las garantías individuales de las personas…” En febrero de 1969, González Morfín propuso el “Cambio Democrático de Estructuras”. En su documento programático hizo un llamado a rechazar la violencia y el autoritarismo, mencionando que: “Frente a la violencia institucionalizada de las estructuras actuales, que violentan el ejercicio de los derechos humanos; frente a quienes proclaman la acción violenta, Acción Nacional se pronuncia a favor de una transformación revolucionaria que, con audacia y justicia, promueva renovaciones reales y efectivas”. A cincuenta años de una tragedia que nunca debió ocurrir, nuestro país está llamado a consolidar la democracia, la libertad, el diálogo y el entendimiento; a desterrar la violencia y a emprender los cambios que permitan concretar los anhelos expresados generosamente en la rebeldía, el idealismo y la sed de justicia de los jóvenes de aquella época y de todas las épocas. Es hora de mirar de manera objetiva y serena el pasado, porque necesitamos conocer la verdad y hacer justicia para alcanzar y preservar la paz; porque la verdad y la justicia no sólo sirven para recordar los agravios y sanar las heridas, sino que son también la medida para no volver a ser víctima de los excesos violentos del autoritarismo y la intolerancia. Tengamos una mirada comprometida con el presente, porque México exige un cambio democrático de estructuras, ese fue el mandato del electorado el primero de julio. Una transformación que no asfixie la pluralidad con el autoritarismo; la critica con la intolerancia; la participación con la represión y la justicia con la impunidad. Cambiemos y avancemos. Acción Nacional asume como deber la defensa de la democracia, los derechos humanos y las libertades individuales y sociales; principios y pilares que se edificaron en nuestro país para preservar la paz, la tranquilidad y el orden. Demos una mirada esperanzada hacia el futuro, para sanar nuestras heridas históricas, para construir juntos la casa común, un país más humano, más libre y más justo. Los capítulos oscuros de nuestra historia no pueden paralizarnos ni mantenernos atrapados por siempre entre los estrechos cuadrantes del fatalismo y la nostalgia, de la facción y la ficción. Construyamos un sólo México, un México en paz, con justicia, democracia y libertad; con inclusión y equidad; con desarrollo y bienestar. Un México para todos, en donde nos miremos de frente y sin reservas. Que nunca más México sufra un conflicto así. Logremos que se conozca la verdad y se haga justicia, y que estas sean el camino para la reconciliación nacional. Y nunca olvidemos que el destino de México es patrimonio y responsabilidad de todos. El 2 de octubre, no se olvida. Marco Antonio Adame Castillo es Vicepresidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados en la LXIV Legislatura y Coordinador de la Comisión de Relaciones Internacionales del PAN. Twitter: @MarcoAdame