Editorial
Julio 2015
Maricarmen Rizo
Por Gustavo Madero Muñoz. Conforme a lo que establecen nuestros Estatutos Generales nos encontramos en pleno proceso de renovación de nuestra Dirigencia Nacional. Lo hacemos en los tiempos que marcan los recientes estatutos (siguiente semestre después de una elección constitucional) y con los nuevos métodos (elección directa de la militancia). Nuestros nuevos estatutos demostraron, una vez más, que hicimos los cambios pertinentes y necesarios para funcionar mejor. Conviene mencionar que el Partido Popular de España, nuestro partido hermano, también modificó este mes sus estatutos para elegir a su candidato futuro a la presidencia del Gobierno y a los demás candidatos a distintos cargos electos por un voto directo de todos los militantes, en un congreso asambleario, como lo anunciara la secretaria general del PP, María Dolores de Dolores de Cospedal: “Todos los militantes deben ser protagonistas de forma directa en la elección de nuestros presidentes provinciales, regionales y nacionales”. Esta será la segunda ocasión en que nuestro Partido utilizará este método que le otorga el poder directo al militante para elegir a sus dirigentes. Así, a finales de este mes cerraremos un ciclo e iniciaremos uno nuevo; los optimistas irredentos, como es mi caso, consideramos que todo cambio es oportunidad de mejora. Es por esta razón que convocamos a todos los que queremos a nuestro Partido para que hagamos todo lo que esté en nuestro alcance para que así suceda. Que esta renovación sirva para fortalecer y consolidar lo mejor de nuestro Partido, así como para corregir y revertir las deficiencias y debilidades detectadas, y seguir contribuyendo de manera determinante al desarrollo de nuestro país. El reto que tenemos es mantener la vigencia de nuestros principios basados en la democracia, la libertad, la solidaridad y la igualdad de derechos, y la dignidad de la persona humana. Mantener su vigencia en este mundo contemporáneo amenazado por los populismos, los autoritarismos, los movimientos antisistémicos y la antipolítica, así como la influencia de los colosales poderes fácticos que rebasan la capacidad de los gobiernos para garantizar el Estado de Derecho y la supremacía del bien común sobre el bien particular. Tenemos el reto de mantener vigente el principio de la democracia cuando se da un desencanto generalizado por la falta de solución a los problemas históricos de los sectores mayoritarios de la población. Mantener vigente el principio de la democracia cuando la imagen de los partidos está desgastada y se les acusa de ser parte del problema, en vez de ser parte de la solución. Cuando la corrupción se ha revelado con descaro en los máximos niveles de gobiernos de tantos países. Mantener vigente la idea de la economía social de mercado cuando la desigualdad se vuelve una amenaza desafiante, que ésta no se controla, sino que se agrava cada vez más. Estos graves desequilibrios amenazan y retan a los sistemas democráticos, al libre mercado, al sistema capitalista que requiere atemperar la voracidad con políticas públicas que garanticen la economía centrada en el ser humano. Los medios de comunicación no siempre permiten reconocer la gravedad y la frecuencia con la que ocurren estos problemas en el mundo contemporáneo y tampoco mostrar las opciones de solución y motivar a la participación ciudadana para participar en la cosa pública. Asumamos el reto de hacer visible los desequilibrios y las amenazas a la economía social y a la democracia, formulemos propuestas más eficientes para sacar de la pobreza y de la marginación a grandes sectores de la población mundial. Estos son los retos que enfrenta no sólo nuestro país sino la humanidad misma. Los partidos humanistas, democráticos y liberales debemos actuar con prontitud para aportar soluciones basadas en estos principios, para contrarrestar las opciones populistas y autoritarias que esgrimirán los redentores y que abrazarán los más desesperados. El PAN tiene con qué y con quién hacerlo.
Gustavo Madero Muñoz