La crisis del multilateralismo

A 80 años de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1945, el sistema internacional está enfrentando una reconfiguración estructural definida por el lamentable declive del multilateralismo, el resurgimiento de las rivalidades geopolíticas y la emergencia de los nuevos actores globales. Esa cooperación internacional que promueve la ONU, enfocada a prevenir conflictos tras la Segunda Guerra Mundial, hoy se encuentra en crisis. Inicialmente diseñada para un mundo bipolar, hoy se enfrenta a un orden mundial fragmentado.

El multilateralismo se entiende como la cooperación coordinada entre los estados a través de instituciones internacionales. Sin embargo, en la actualidad, según el Global Peace Index, se reportan 56 conflictos armados activos a nivel mundial, la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial; estos conflictos involucran a 92 países, ya sea de manera directa o indirecta, y abarcan guerras interestatales, civiles y enfrentamientos como milicias, carteles o insurgencias.

La incapacidad de la ONU para mediar en conflictos como los de la invasión de Rusia a Ucrania (2022-presente) o el conflicto en Gaza (2023-presente) refleja la parálisis del Consejo de Seguridad donde los vetos de Estados Unidos, Rusia y China han bloqueado resoluciones en más del 60 por ciento de las sesiones sobre crisis humanitarias desde 2011.

Actualmente, un tema que preocupa es el financiamiento de la ONU, ya que se han reportado aportes atrasados de miembros clave como es el caso de Estados Unidos, responsable del 22 por ciento del presupuesto. Por otro lado, la organización estima que solo el 15 por ciento de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se alcanzarán para 2030 y además hubo retrocesos en pobreza extrema y cambio climático.

La ONU enfrenta diferentes críticas como, por ejemplo, que no refleja la distribución actual del poder y que las propuestas de reforma para ampliar a nuevos miembros permanentes han sido bloqueadas por vetos. Pero en los últimos años, ha demostrado que sigue siendo el único foro para cuestiones globales tales como la salud y el cambio climático.

Ahora bien, Estados Unidos encabeza la lista de los actores más importantes de la reconfiguración internacional con la llegada de Donald Trump al poder y sus medidas extremas, como la imposición de aranceles, pero ha perdido su liderazgo global. Además, ha reducido su compromiso con instituciones multilaterales y nuevamente se salió del Acuerdo de París y anunció su retirada de la UNESCO.

El objetivo de Estados Unidos es la contención del gigante asiático, China, que ha emergido como un contrapeso al orden occidental. Su estrategia ha sido una combinación de soft power a través de inversiones en África y América Latina, y su asertividad militar en el Mar del Sur de China. Sin embargo, sigue apoyando foros como el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que en su última reunión de cancilleres les costó bastante trabajo ponerse de acuerdo entre ellos mismos, resultando en un fracaso.

Por su parte, Rusia se mantiene con influencia a pesar de estar sancionada económicamente por la invasión a Ucrania, esto debido a sus alianzas con países como China e Irán, su veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y el papel que ha jugado en conflictos como el de Siria refuerzan su relevancia global.

La Unión Europea busca su autonomía estratégica, ha trabajado para posicionarse como el líder mundial a pesar de sus divisiones internas, como es el caso con Hungría; tendremos que esperar para ver si con la reciente elección del canciller alemán, Friedrich Merz, renace el eje franco-alemán para impulsar el liderazgo europeo.

Hay potencias emergentes como India que en los últimos días ha entrado en conflicto con Pakistán, situación que podría desestabilizar la región y revivir un problema de la independencia de estos países, y la pelea de Cachemira; es importante recordar que estos dos países son potencias nucleares.

En América Latina, Brasil es el país que toma relevancia, los países en su mayoría se encuentran sumidos en la resolución de sus problemas internos. Hoy día, América Latina cuenta con tres dictaduras y la sistemática violación de derechos humanos. México, por ejemplo, se encuentra sumido en una crisis de violencia sin precedentes que involucra principalmente al crimen organizado y además en recesión económica sin proyecciones de crecimiento.

A manera de conclusión vale la pena resaltar que, con la falta de presupuesto y los conflictos internos, los actores más relevantes tienen que determinar hacia donde se va a dirigir el sistema internacional, si evoluciona hacia una cooperación renovada o se fragmenta de manera irreversible afectando todavía más las crisis existentes.

Mientras terminaba estas líneas se ha dado la noticia de que Habemus Papam. Los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina eligieron a Robert Prevost como nuevo líder de la Iglesia Católica. Ha escogido el nombre de León XIV, primer Papa estadunidense y el primero de la Orden de San Agustín.