Estados Unidos de América

Agosto 2023

Julio Faesler Carlisle

La Nación

Nuestro vecino al norte la está pasando mal. Las elecciones presidenciales serán en noviembre de 2024, pero la confusa coyuntura internacional desde ahora pone a prueba su liderazgo del occidente. El ascendente poder económico y militar de China augura el traspaso a ese país la hegemonía mundial. En el escenario interior, los asuntos también son complicados. El ex presidente Donald Trump mantiene su acusación de fraude en el triunfo electoral de Joe Biden de 2020. Pese a ser acusado por varias vías de haber intentado destruir el orden constitucional incitando a la rebelión, que incluyó la invasión de sus huestes al capitolio el 6 de enero de 2021, Trump reta la solidez de las instituciones políticas norteamericanas y, en un alarde sin precedente y despreciando cientos de acusaciones, se lanza con miles de seguidores a conquistar de nuevo la Presidencia de la República.

Contra ese plan se han registrado una larga serie de impugnaciones judiciales contra Trump. La más reciente y espectacular es la anunciada el pasado lunes 14 de agosto en el estado de Georgia. A diferencia de los juicios iniciados en Nueva York, la ley de Georgia prevé que las audiencias sean televisadas. Ya un ávido público se anticipa a ver a Trump, todavía el candidato republicano mejor situado para la Casa Blanca, junto con 19 de sus colaboradores sentados en el banquillo de los acusados en plena campaña electoral de 2024. En caso de ser declarados culpables, Trump y todos ellos afrontarían decenas de años de cárcel.

Las imputaciones abarcan desde la falsificación de documentos contables a la violación de la ley de espionaje. Esa imputación es distinta de las anteriores e incluye la manipulación del resultado de las elecciones presidenciales de 2020. El juicio será más detallado y extenso que los demás, y las medidas previstas en la Ley contra la Delincuencia Organizada y Asociaciones Corruptas que son las más duras del sistema estadunidense.

De todos los estados que en noviembre de 2020 adjudicaron la presidencia de Estados Unidos a Joe Biden y la derrota de Trump por un escaso margen de 11 mil 200 votos, fue la que más le dolió al ex presidente por darse en Georgia, un estado que en los últimos 30 años siempre había votado por el republicano.

Las presiones de Trump y las de su equipo para revertir los resultados fueron especialmente intensas y dejaron abundantes huellas. En lugar de respetar el proceso legal, los ahora acusados se implicaron en asociaciones delictivas.

El ex vicepresidente Mike Pence ha reiterado que Tump y sus asesores le pidieron detener el proceso de certificación de los resultados electorales y anular las elecciones, “lo que rechacé tajantemente por ser contrario al juramento que hice ante el pueblo estadunidense y ante Dios Todopoderoso… el presidente Trump me pidió que lo eligiera a él por encima de mi juramento a la Constitución”.

Por otra parte, el gobernador de Florida y aspirante republicano a la presidencia de Estados Unidos, Ron DeSantis, declaró sin ambigüedades que Donald Trump fue realmente derrotado en las elecciones de 2020.

No hay duda de que es inevitable que los acusados serán llevados a sus respectivos juicios y condenados. Además de los procesos estatales en curso, aún falta incoar el de grave delito federal de traición y sedición a la patria que se llevará a cabo en Washington. Aún falta el juicio por haber retenido y escondido documentos altamente confidenciales.

El costo es alto. En su Comité de Acción Política, que comenzó con 105 millones de dólares, ahora tiene menos de 4 millones de dólares después de pagar decenas de millones de dólares por concepto de honorarios legales, incluyendo al ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani. Un director en el equipo de la campaña de Trump declaró que se estafaron a “las abuelas seguidoras de Trump utilizando sus cheques de la Seguridad Social para pagar las facturas legales del ex presidente”.

Hoy en día, tanto Trump como Biden, tienen el mismo 43 por ciento de preferencias. En caso de ganar la presidencia podría auto indultarse, excepto para el caso de Georgia. Los indecisos son especialmente críticos con Trump, al que acusan de “cometer graves delitos federales” (63 por ciento del grupo) y de “amenazar la democracia estadunidense”.

En cuanto al presidente Biden también hay problemas. Los republicanos han reunido elementos para acusar a su hijo, Hunter, de malos manejos en ventas a Ucrania.

La polarización de Estados Unidos está confirmada. La desestabilización de esta nación, que debilita su prestigio democrático, favorece la ambición de China en su derrotero hacia su mundial hegemonía. Los compromisos trilaterales en el T-MEC confirman nuestra alineación con Estados Unidos en su clara oposición actual al crecimiento de China y el previsible recurso a la fuerza que López Obrador comentó al presidente Biden en noviembre 2021.

Las repercusiones del desorden político norteamericano quizás originen reformas internas que no son de nuestra directa incumbencia. El improbable regreso del Trump proteccionista podría empero afectar nuestras exportaciones, que en un 90 por ciento se ligan al mercado de Estados Unidos y al equilibrio de nuestra estrategia de desarrollo. Sus políticas antinmigración acentuarían la crisis que en este ámbito ya vivimos.

Estados Unidos es un país dotado de sólidas instituciones y tradición jurídica que seguramente resolverán sus turbulencias actuales, venciéndolas con reformas estructurales e indispensables enmiendas constitucionales adicionales a las 27 actuales.

En todo caso, el PAN debe estar atento a la suerte que le espera este año y el que sigue al electorado de nuestro atribulado vecino.

 

Julio Faesler Carlisle es integrante del Consejo de Plumas Azules.

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