Leyendas, paisajes, valores y periodo militar de México
Diciembre 2023
Andrés Castro Cid
Las nieblas ascendían del profundo seno de los valles; deteníanse un momento entre los obscuros bosques y las negras gargantas de la cordillera, como un rebaño gigantesco; después avanzaban con rapidez hacia las cumbres; se desprendían majestuosas de las agudas copas de los abetos e iban por último a envolver la soberbia frente de las rocas, titánicos guardianes de la montaña que habían desafiado allí, durante millares de siglos, las tempestades del cielo y las agitaciones de la tierra. Los últimos rayos del sol poniente franjaban de oro y de púrpura estos enormes turbantes formados por la niebla.
De esta forma arranca la obra La Navidad en las montañas del destacado escritor guerrerense, Ignacio Manuel Altamirano. Se trata de una descripción que muestra la capacidad literaria de quien estudió en el Instituto Literario de Toluca y que perteneció a asociaciones académicas y literarias como el Conservatorio Dramático Mexicano.
Es una obra literaria breve y ligera con poéticas descripciones, con una narrativa perfecta y que, a su vez, pareciera una clase de catecismo en el sentido estricto de exponer la doctrina católica, tanto de la fe como sobre la moral, cosa rara en una persona, como Altamirano, que fue un gran defensor del liberalismo.
Después de hacer un alarde de su capacidad literaria en los primeros párrafos, quien descansa en la Rotonda de las Personas Ilustres, presenta a un militar liberal perdido en medio de un océano de montañas solitarias y salvajes, sin que precise a qué lugar de nuestro país se refiere.
A la postre narra que este militar llega a una pequeña comunidad invitado por el cura de ese pueblo, todo esto, a días de celebrar la Nochebuena. Es aquí cuando Altamirano da una cátedra de lo que representa esta fiesta decembrina para el católico. Quizá, al utilizar a su personaje como pretexto, de manera detallada y casi poética escribe: “¿Quién que ha nacido cristiano y que ha oído renovar cada año, en su infancia, la poética leyenda del Nacimiento de Jesús no siente en semejante noche avivarse los más tiernos recuerdos de los primeros días de la vida? Ora al seno de mi familia humilde y piadosa, ora al centro de populosas ciudades, donde el amor, la amistad y el placer en delicioso concierto, habían hecho siempre grata para mi corazón esa noche bendita”.
Quien también fuera militar y que, según sus biógrafos, combatió en Ayutla en la Guerra de Reforma y contra la Invasión Francesa, describe la manera de vivir de esa comunidad educada por ese cura, con una clara base en los mandamientos de la iglesia católica, sin embargo, también describe una perfecta organización y modo de vida que podría parecer utópico.
Llama la atención del lector el papel central que cobra el cura de origen español, a quien Altamirano describe como un hombre de fe que vive en medio de gentes que lo aman como a un hermano, muy recompensado con su cariño. “Si conozco que un sacerdote que se consagra a la cura de almas debe vivir de algo, considero también que puede vivir sin exigir nada, y contentándose con esperar que la generosidad de los fieles venga en auxilio de sus necesidades”.
Ignacio Manuel Altamirano, además de exaltar los valores que aporta la fe católica, hace una breve crítica a la “desviación” de esta religiosa práctica en algunas comunidades: “Así, venero la religión de Jesucristo como Vd. la práctica, es decir, como Jesús la enseñó y no como la practican en todas partes. ¡Bendita Navidad ésta que me reservaba la mayor dicha de mi vida, y es el haber encontrado a un discípulo del sublime Misionero, cuya venida al mundo se celebra hoy!”.
Después de lo que podría calificar como experiencia inmersiva, producto de esa capacidad literaria de Altamirano, inicia una historia de amor entre dos jóvenes: Carmen y Pablo, una historia, en este caso, que inició como desamor, muy de acuerdo con las costumbres arraigadas de los pueblos de México.
El joven Pablo que, en un primer momento, no vio correspondido su amor por la bella Carmen, es enrolado por el Ejército Mexicano. Después de tres años en las fuerzas armadas y de haber combatido con valor algunas batallas regresa a su pueblo. En esta parte se ve reflejada la gran marca que dejó en la vida de Altamirano haber participado en los conflictos militares.
Pablo, al regresar a su comunidad, con un carácter singular, una rara generosidad y a su valor temerario, acabaron por granjearle el cariño de todos; sólo que nadie lo expresa porque Pablo huye de las gentes, pasa los días en una taciturnidad sombría.
Para finalizar este relato lleno de una atmósfera decembrina y de una singular historia de amor que se soluciona en comunidad, con la participación de los líderes del pueblo, se aclara el malentendido y logran juntar a los jóvenes Carmen y Pablo.
La obra concluye en esa atmósfera navideña y de valores religiosos: “Todos oraban en silencio: el cura prefería esto por ser más conforme con el espíritu de sinceridad que debe caracterizar el verdadero culto, y dejaba que cada cual dirigiese al cielo la plegaria que su fe y sus sentimientos le dictasen. Nunca y Vd. lo habrá conocido por mi narración, he podido olvidar aquella hermosa Navidad, pasada en las montañas”.