El país cayéndose a pedazos

Febrero 2021

Humberto Aguilar Coronado

La Nación

En pleno proceso de aprobación –disciplinada y acrítica- por mayoría legislativa de MORENA y sus aliados en el Congreso de la Unión, el país está viviendo una profunda crisis de disponibilidad de combustibles para la generación de electricidad, específicamente, de disponibilidad de gas natural.

La iniciativa presidencial para reformar la Ley de la Industria Eléctrica ha sido severamente cuestionada por los especialistas, entre ellos, los integrantes de la Comisión Federal de Competencia Económica, que concluyen que servirá para frenar la competencia y la libre concurrencia en la generación y comercialización de energía eléctrica.

Todos sabemos que el presidente López Obrador es un decidido enemigo de la participación de privados en la generación y comercialización de energía eléctrica; desde sus extraños esfuerzos por que se incluyera en el Tratado Comercial de América del Norte alguna expresión que reconociera la soberanía mexicana en materia energética, hasta las acciones administrativas que buscaban obstaculizar o, de plano, frenar la participación de privados en la generación de energía renovable, resultaba más que evidente que el presidente intentaba recuperar para el Estado el monopolio de la generación y comercialización de energía.

Después de esos forcejeos que generaron múltiples amparos y reveses jurídicos para el Gobierno federal, el presidente decide aprovechar su control del Legislativo para modificar la Ley de la Industria Eléctrica con la intención de cambiar el orden en que los generadores podrán acceder al sistema eléctrico nacional, otorgando preferencia a la energía generada por la Comisión Federal de Electricidad por encima de la generada por particulares.

Como la iniciativa será aprobada “sin cambiarle una coma”, según la orden expresa del presidente a la mayoría de MORENA en el Legislativo, es previsible que pronto vivamos nuevas confrontaciones jurídicas que pasarán por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y, con mucha probabilidad, por los mecanismos internacionales de solución de controversias que se derivan del TEMEC.

Y de pronto, una ola de mal clima en el norte del país, provoca que la realidad vuelva a golpear de frente al Gobierno y a desnudar la irresponsabilidad y la incompetencia que lo ha caracterizado desde el inicio de su gestión. El frío generado en el sur de los Estados Unidos afectó el suministro de gas natural y provocó un nuevo apagón de energía eléctrica en los estados del norte de México.

Frente a ello, el presidente sostuvo que: “… lo del apagón de ayer pasó porque estamos produciendo energía eléctrica con gas que se compra en Texas y con las nevadas todo esto salió afectado y aquí vendría la pregunta… ¿Qué nosotros no tenemos gas en México? La cuestión es que se apostó a comprar el gas, porque ahí estaba la corrupción con las empresas extranjeras. En los últimos tiempos, busquen ustedes, para ver si encuentran, un plan para extraer gas en México, no van a encontrar nada, porque se apostó a comprarlo. Por eso estamos haciendo la refinería.

La fórmula de culpar al pasado, de justificar sus ineptitudes y sus malas decisiones en el fantasma de la corrupción ha llegado a su tope. El presidente no puede mantener sus niveles de aprobación si le siguen estallando crisis en todos los frentes y si no muestra capacidades sólidas para superar esas crisis.

Pero, sí además, el presidente sigue mintiendo de manera contumaz para justificar sus errores, más pronto que tarde se caerá el teatro de sin sentidos en que se basa esta administración.

El presidente miente con descaro al afirmar que la Refinería de Dos Bocas va a permitir solucionar el tema de producción nacional de gas natural para la generación de electricidad, pues esa refinería está destinada a la producción de gasolinas en un mundo que se aleja de su consumo cada vez más.

Además, las otras refinerías con que contamos no producen gas natural sino gasolinas y otros derivados, además del indeseado combustóleo que no encuentra acomodo en ningún mercado y que se pretende usar para generar electricidad al costo de daños enormes a nuestro lastimado planeta.

Además, el presidente miente cuando afirma que México apostó por la importación de gas natural sin generar estrategias para lograr producirlo en nuestro país. Esta administración canceló las licitaciones para la explotación de yacimientos de gas natural en Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila. Además, PEMEX no está aprovechando los yacimientos asignados en Ronda Cero y que son ricos en gas natural por privilegiar el crecimiento en la producción de crudo y, por si fuera poco, suspendió un contrato para la explotación del campo Olmos en Hidalgo, Coahuila, en el que se estimaban 117 millones de pies cúbicos diarios.

La ideología y las obsesiones presidenciales provocaron que se impidiera la participación de la inversión privada en la generación de gas natural; la ideología y las obsesiones provocaron también que las inversiones públicas en PEMEX se destinaran a intentar aumentar la producción de crudo –con lo absurdo desde el punto de vista económico que significa esa decisión- olvidándose del gas.

Mientras tanto, el país quedó a oscuras en los estados del norte y ahora vivimos en un entorno de cortes de suministro en casi todo el país para intentar evitar el caos total. Las pérdidas económicas han sido millonarias, pero eso al presidente no le importa si con ello mantiene el rumbo ideologizado y obsesivo que lo mueve.

No puedo dejar de pensar en otro dicho reciente del presidente. Nos dijo, sin ningún rubor, que el combate a las farmacéuticas provocó que les cueste muchísimo trabajo comprar medicamentos, incluyendo los de los niños con cáncer. Su lógica es simplemente criminal: No importan los costos, no importan las vidas que se pierdan, ni los empleos, ni las empresas. Lo único que importa es no detener la lucha contra los molinos de viento, aunque el país se nos caiga en pedazos.

 

Humberto Aguilar Coronado es Director General de la Fundación Rafael Preciado Hernández.