De protocolos, ideologías y desgobierno

Febrero 2023

Humberto Aguilar Coronado

La Nación

La imagen dio la vuelta al mundo y generó muchas horas de discusión y mucho correr de tinta en los medios de comunicación mexicanos e internacionales.

A la entrada del presidente López Obrador al Teatro de la República para iniciar el acto de conmemoración de la promulgación de la Constitución de 1917 todos los asistentes, menos una, se pusieron de pie para aplaudir el arribo del mandatario.

La persona que se mantuvo en su asiento fue la recientemente electa presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la ministra Norma Piña, quien esperó hasta el momento en que iniciaron los honores protocolarios.

La reacción de los acólitos del presidente López al gesto de la presidenta de la Corte fueron virulentas y encolerizadas. Se le lanzaron acusaciones de, cuando menos, falta de respeto a la investidura presidencial, ruptura de protocolos, desfachatez y, en el extremo, falta de respeto a los símbolos patrios y una grosería al prócer de la nación.

El gesto fue interpretado en la mayoría de los espacios de análisis como una expresión de la vocación de la nueva presidenta de la Corte por enfatizar la independencia del Poder Judicial Federal.

En los medios hubo quien aplaudió la decisión de la ministra Piña y hubo quien cuestionó la oportunidad política del gesto en medio de decisiones jurisdiccionales de enorme trascendencia que la Corte tendrá que tomar en el corto plazo.

Estoy convencido de que la ministra actuó perfectamente consciente de lo que hacía; la ministra envió un claro mensaje que, más que definir su postura respecto de la forma en que se llevará la relación con el Ejecutivo Federal y con los otros poderes de la Unión, la presidenta de la Corte dejó claro que su manejo de la relación será diametralmente opuesto al de su antecesor.

Sin duda, la intervención de la ministra Piña en el acto conmemorativo fue una contundente defensa de la autonomía del Poder Judicial; la presidenta de la Corte logra colocar el valor de la independencia judicial en el punto que le corresponde conforme al diseño Constitucional mexicano y, con ello, defiende con orgullo los valores republicanos en los que está asentada nuestra patria.

“La independencia judicial no es un privilegio de los jueces, es el principio que garantiza una adecuada impartición de justicia para hacer efectivas las libertades y la igualdad de las y los mexicanos”.

Cuando leemos esta reflexión de la doctora Piña, de inmediato nos olvidamos del gesto de mantenerse sentada al arribo del presidente y ponemos la atención en la clave del mensaje.

En el tiempo en que la comunicación política de Palacio Nacional y, ahora, desde la Secretaría de Marina se dedica una enorme cantidad de mensajes a la actuación de jueces y magistrados del Poder Judicial, la postura de la presidenta de la Corte nos obliga a valorar la actuación de funcionarios judiciales que han dictado resoluciones molestas para el poder y a redimensionar la intervención de la ministra Piña en el acto del 5 de febrero.

El presidente se ha quejado de suspensiones que han detenido la ejecución de su ecocida tren, de su ridícula refinería y de su fracasado aeropuerto. El presidente se ha quejado de resoluciones dictadas por Jueces de Distrito y Magistrados de Tribunales Colegiados o Unitarios que han negado pretensiones de la Fiscalía General de la República.

Cuando se discutió la prisión preventiva oficiosa, el presidente montó toda una estrategia mediática para intentar condicionar el voto de los ministros de la Corte y se quejó amargamente de la resolución de inconstitucionalidad en relación a algunos de los tipos penales que debían ser motivo de prisión oficiosa.

Frente a la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en contra del arraigo y la prisión preventiva oficiosa, el secretario de Gobernación calificó la sentencia de ese Tribunal como un despropósito.

Esta pequeña crónica de berrinches presidenciales nos deja claro que a López Obrador le resulta muy incómoda la independencia del Poder Judicial. Que su modelo de relación con ese poder está sustentado en la lógica de la subordinación al Ejecutivo. Por ello, el discurso de la presidenta de la Corte y el hecho de que no se haya levantado en el momento en que no se lo exigía el protocolo, son un mensaje de esperanza de que los contrapesos institucionales siguen y seguirán activos en México.

Y esta certeza es fundamental en los tiempos que siguen. La Corte deberá resolver en los próximos meses las condiciones de funcionamiento del sistema electoral mexicano para decidir si conserva sus notas democráticas o queda en condiciones de alta vulnerabilidad contra la embestida controladora del Poder Ejecutivo. Nada más, pero nada menos. Y que el proceso esté en manos de la ministra Piña es una buena noticia para México.

Pocos días después del escándalo generado por los fanáticos del presidente por el presunto irrespeto al protocolo de la ministra Piña, fuimos testigos de otro acto protocolario. Un momento tristísimo para el pueblo de México y de Cuba. La imposición al dictador cubano de la Orden Mexicana del Águila Azteca, el más alto reconocimiento que el gobierno de México otorga a extranjeros por servicios prestados a la nación mexicana o a la humanidad.

Las voces serviles al gobierno no cuestionan un ápice la idoneidad del dictador cubano para merecer este reconocimiento. No se levanta la voz de nadie que simpatice con el gobierno actual para, siquiera, cuestionar cuáles son los servicios prominentes a la patria o a la humanidad que presta un régimen que reprime a disidentes y encarcela jóvenes que protestan en las calles por libertad política y económica.

Y para colmo, el presidente anuncia que México se convertirá en mediador para actuar ante el gobierno de Estados Unidos para que se levante el bloqueo económico impuesto a Cuba.

Así se violan protocolos diplomáticos sin ningún pudor, poniendo en peligro las relaciones diplomáticas y económicas de México, para privilegiar ideologías trasnochadas que mantienen en la miseria y en la oscuridad a nuestros pueblos hermanos.

 

Humberto Aguilar Coronado es Diputado Federal en la LXV Legislatura de la Cámara baja.

Twitter: @Tigre_Aguilar_C

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