Meméxico lindo y…

Septiembre 2023

Sergio Rodríguez Colín

La Nación

Es un hecho, en 2024 México tendrá, por primera vez en toda su historia, a una mujer en el puesto público más alto que concede el país: la Presidencia de la República. Hasta el día de hoy, los mexicanos conocen ya a las dos mujeres que contenderán por dirigir el destino de nuestra nación.

La primera de ellas representa la esperanza de cambiar el rumbo de México, Xóchitl Gálvez Ruiz, mientras que la segunda simboliza la continuidad de la atinadamente llamada transformación de cuarta, Claudia Sheinbaum.

La diferencia entre la primera y la segunda es que Xóchitl Gálvez pasó por un proceso de selección democrático y transparente, en donde la decisión final la tomaron las y los ciudadanos que decidieron participar en el método de elección que llevó a cabo el Comité Organizador del Frente Amplio por México.

La segunda, sobra decirlo, es resultado del dedazo hecho por el presidente López Obrador, acto que según sus propias palabras desaparecería en el momento de su sucesión, una mentira más del tabasqueño, quien puso a trabajar a la maquinaria morenista en favor de la ex jefa de Gobierno.

La disrupción de Xóchitl Gálvez les da a las y los mexicanos una nueva esperanza de que las cosas sí pueden cambiar en México. De trato amable y sencillo, la aún senadora de la República se ha propuesto, junto con la ciudadanía, erradicar la inseguridad y promover el desarrollo económico de nuestra querida nación.

Pero esta disrupción también ha causado el enojo del habitante de Palacio Nacional, quien ve en Xóchitl Gálvez a una verdadera contendiente, que, además, tiene todas las cualidades que él quisiera tuviera su “elegida”: humildad, preparación profesional, empatía con las y los mexicanos, experiencia en la vida pública, pero, sobre todo, libre albedrío.

Los ataques y descalificaciones sin sustento por parte de López Obrador no esperaron a que Xóchitl Gálvez fuera designada como la encargada de conducir el Frente Amplio por México, se dieron antes, tuvieron que intervenir las autoridades electorales para que el tabasqueño dejara de atacar a la política hidalguense.

Pero como coloquialmente decimos los mexicanos, al presidente “le salió el chirrión por el palito”, pues en lugar de disminuir la buena valoración que las y los ciudadanos tienen de Xóchitl, lo que hizo con sus ataques fue darle presencia a nivel nacional, incluso, muy por encima de su “elegida”.

Hoy, las y los mexicanos han hecho suyas las causas y propuestas de Xóchitl Gálvez, han retomado la esperanza perdida y ven un futuro de cambios verdaderos en beneficio de sus familias, pero, sobre todo, de un México que bajo el gobierno morenista está bañado en sangre. ¡Hay tiro!