Clases medias y esperanza

Marzo 2023

Fernando Rodríguez Doval

La Nación

Desde tiempos, al menos de Aristóteles, se ha hablado de la clase media como un segmento que permite que una sociedad progrese. La clase media ha sido considerada como ese amortiguador natural entre la gente que posee demasiados recursos económicos y aquella que carece de lo más básico. Es una fuerza estabilizadora en la economía de un país, ya que ayuda a mantener la demanda agregada y el crecimiento del Producto Interno Bruto.

La clase media es también el principal contribuyente al presupuesto del Estado a través de los impuestos. Como resultado, es una fuente crucial de ingresos para el gobierno y contribuye al desarrollo de infraestructuras y programas sociales, educativos y de salud.

La clase media es una fuerza motriz en la creación de empresas y en la innovación. Muchas personas de la clase media tienen una educación y habilidades empresariales que les permiten crear y administrar sus propios negocios.

Y por si lo anterior fuera poco, la clase media a menudo se involucra en actividades y organizaciones sociales que promueven el desarrollo de la sociedad. Esto incluye iniciativas en el ámbito educativo, cultural, deportivo y medioambiental.

Por todas esas razones, aspirar a tener una clase media sólida debiera ser el objetivo de cualquier gobierno.

Existen algunos indicadores económicos para definir a la clase media. En México, el INEGI considera como de clase media a aquellos hogares que tienen un acceso regular a bienes como la telefonía, el internet, luz y agua, tarjetas de crédito, alimentos y bebidas fuera del hogar, o vehículo propio. Sin embargo, más allá de lo estrictamente cuantitativo, el concepto de clase media es un concepto cualitativo. Es, realmente, una aspiración. La inmensa mayoría de la población (alrededor del 80 por ciento, según encuestas, se considera de clase media).

En México, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha pisoteado a la clase media. La ha visto incluso como un enemigo a vencer. El catálogo de insultos y descalificaciones que el presidente ha dedicado a quienes integran la clase media es vasto: aspiracionistas (sic), egoístas, racistas, clasistas, sabiondos, arrogantes, ladinos, manipulables, individualistas, ambiciosos, quejosos cuando se vacunan…

Las consecuencias no se han hecho esperar: según el INEGI, entre 2018 y 2020, la población perteneciente a la clase media en México pasó de 53.5 millones de personas a 47.2. Hay, pues, más de seis millones de mexicanos que abandonaron la clase media para engrosar las filas de la pobreza.

Por eso mismo, esa clase media está despertando. Ya está harta. No está dispuesta a seguir observando pasivamente el proceso de deterioro y destrucción que ha seguido el país.

Recientemente, Guillermo Velasco Barrera y Rodrigo Solá, dos destacados comunicadores, publicaron un libro titulado La rebelión de la clase media, en donde estudian este fenómeno que se está viviendo actualmente en el país e incluso proponen una ruta para canalizar políticamente su descontento.

Históricamente, las clases medias han sido el motor de los grandes cambios que han ocurrido en nuestro país. Fueron los clasemedieros de la época, los criollos, quienes comenzaron la guerra que culminaría con la independencia de México. Fueron también clasemedieros los principales líderes del movimiento revolucionario iniciado en 1910. Fueron mayoritariamente clasemedieros los estudiantes del 68, así como los ciudadanos que se movilizaron en los años ochenta contra los fraudes electorales y los que en 2000 hicieron ganar a Vicente Fox. Fueron clasemedieros, por cierto, la mayoría de los que votaron por AMLO en 2018 y los que en 2021 le dieron el triunfo a la oposición en la otrora izquierdista Ciudad de México. Las clases medias fueron, mayoritariamente, las que salieron a marchar por todo México los pasados 13 de noviembre y 26 de febrero para exigir respeto al voto libre y a las instituciones electorales.

La clase media es políticamente independiente y plural, valora las libertades y aspira (sí, el verbo maldito) a tener un desarrollo que no dependa de las dádivas gubernamentales, sino de su trabajo y esfuerzo. Quizá por eso incomoda tanto al presidente de México. Y quizá por eso son también ahora la gran esperanza.

 

Fernando Rodríguez Doval es Secretario de Estudios y Análisis Estratégico del CEN del PAN.

Twitter: @ferdoval

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