Cambios en Cuba: ¿optimismo o ilusión?

Junio 2015

Maricarmen Rizo

La Nación

Por Carlos J. Guízar. Hace poco Univisión dio a conocer la “Encuesta Nacional de Cubanos que viven en Cuba de abril 2015”, que es un trabajo conjunto del Centro de Investigaciones Sociológicas de México y Bendixen & Amandi International[1], que arrojó varios datos interesantes de la percepción de los habitantes de la isla, aunque nos enfocaremos en tres reflexiones principales, las cuales giran en torno a una pregunta: ¿por qué los cubanos están optimistas si su realidad no lo es? Primero, los cubanos se quieren salir de la isla. ¿A qué nos referimos con esto? A pesar de que el 75 por ciento de la población dice sentirse optimista al pensar en su futuro y el de su familia, sólo el 20 por ciento se siente pesimista, parece que más que optimismo es una ilusión, que contrasta con su percepción de la realidad en que viven. Porque a diferencia de lo que sucedía hace unas décadas, cuando era más difícil para la gente de la isla tener contacto con sus familiares en el exterior, ahora el 38 por ciento se comunica una vez por semana con ellos; el 30 por ciento lo hace una vez al mes y el 9 por ciento lo hace diario, teniendo especial contacto con Estados Unidos porque el 56 por ciento tiene a algún familiar en aquel país. Por ello, no es de extrañar que el 80 por ciento tenga una opinión positiva de Barack Obama –sólo el Papa Francisco tiene esa calificación- y sólo el 47 haya contestado que tiene una opinión positiva de Raúl Castro; de hecho, el 48 por ciento tiene una opinión negativa. Estas cifras nos dejan ver que más bien su optimismo no radica en las oportunidades de la isla, sino que también podría estar relacionado con el levantamiento de las sanciones de la Unión Americana sobre Cuba y que permiten que los estadunidenses puedan utilizar tarjetas de crédito en aquel país; regresar a EEUU con recuerdos, bebidas o cigarros cubanos por hasta 400 dólares; podrán enviar hasta 2 mil dólares cada tres meses o en general facilitando que las empresas estadunidenses puedan hacer negocios y se fomente el turismo. El hecho de que tengan mayor contacto con el exterior, ayuda a que los cubanos conozcan otros contextos, sepan sobre los beneficios y las bondades de la democracia y de los gobiernos abiertos, tolerantes y respetuosos, de los derechos humanos y la propiedad, así como de la libertad económica y lo que representa el salvaguardar la propiedad privada y sobresalir por méritos propios. De este modo, no es de sorprender que cuando comparan su calidad de vida, oportunidades y sistema político y económico con los de sus familiares que viven en el exterior, la gran mayoría, el 55 por ciento, quiera vivir en otro país y que del 64 por ciento de los encuestados su deseo más ferviente en los próximos cinco años sea viajar al extranjero. Cuando vemos esos números nos damos cuenta que su deseo de dejar la isla es casi comparable con el optimismo que sienten los encuestados y sus familias sobre su futuro. Segundo, los cubanos quieren un cambio económico y político. En el ámbito económico, 82 por ciento de los cubanos de entre 18 y 49 años están nada satisfechos con el sistema financiero y de aquellos de 50 años de edad en adelante el 71 por ciento tampoco lo está. Por otro lado, el 53 por ciento de la población en general está nada/no muy satisfecho con este sistema. Como decíamos con anterioridad, llama la atención el optimismo de los cubanos que viven en la isla porque están verdaderamente insatisfechos con el sistema económico y con el político, porque en sus palabras: “somos esclavos”, “la economía no levanta y nos vamos quedando sin esperanzas”, “una mala economía es señal de una mala política”, “es asfixiante y nada progresista”, “pensamos que era una cosa antes del 59 y es otra muy diferente” o “es un fraude de 59 años de edad”, comentan. Sin embargo, más allá de ser sólo un tema económico, es principalmente político porque el gobierno es el que decide de manera arbitraria y hasta opresora el rumbo del país desde hace seis décadas y no permite que su gente se desarrolle de manera adecuada; de hecho, para el régimen es preferible dejar que miles de cubanos dejen la isla porque son personas que buscan un cambio y que no conviene que estén ahí, además, porque un buen número de ellos mandará remesas que aminoran el descontento social y que benefician a la economía nacional. Así pues, vemos que el principal problema es el sistema político, no sólo de acuerdo a la visión de quienes consideramos a la democracia y sus instituciones como uno de los principales mecanismos para conseguir la justicia social, lograr el bien común, respetar a la persona y sus derechos o darle mejores oportunidades de desarrollo a la gente, sino también para los mismos cubanos que viven en la isla porque de los encuestados el 49 por ciento dijo no estar satisfecho con el sistema político por la falta de libertad, el 26 por la falta de desarrollo económico y el 19 porque necesitan un cambio. Esto nos lleva a la tercera reflexión, los cubanos no se sienten libres de opinar porque no lo son. Solamente el 19 por ciento dijo opinar libremente de sus ideas, mientras que el 75 contestó que a veces no debe opinar libremente sus ideas o a veces siente que no debe hacerlo. Entonces ¿por qué los cubanos están optimistas con su futuro y el de sus familias si no se sienten libres de opinar y califican de manera tan negativa al sistema político y económico? Al inicio decíamos que una gran mayoría tiene familiares viviendo en Estados Unidos, con quienes tienen más comunicación que antes, por lo que ante el cese del bloqueo estadunidense sobre la isla ven con más esperanza los años por venir. Sin embargo, hay que ser cautelosos y no cantar victoria porque ese optimismo puede resultar en desilusión o una ilusión ciega, porque Cuba puede optar por un modelo similar al de China, en donde explotan lo más conveniente del capitalismo pero su sistema sigue siendo opresor cuando es necesario, dictatorial y la población, a pesar de que muchos han dejado la pobreza, sigue viviendo sin la garantía del respeto de sus libertades, derechos humanos o derechos políticos. En sí, vemos que la gente en Cuba no está satisfecha con su contexto, la falta de desarrollo y oportunidades y, aunque perciben un futuro más promisorio por la nueva política estadunidense hacia la isla, la sociedad internacional, la disidencia cubana y la propia sociedad de ese país no pueden conformarse con algunos cambios que sí trastocarán la economía o dan pinceladas de democracia, pero que no garantizan cambios políticos profundos y mucho menos los cambios que ellos esperan, que es una economía justa, una transformación política efectiva que lleve a la democracia y oportunidades de desarrollo. Twitter: @carlosjguizar [1] Muestra de 1200 personas, entrevistas realizadas del 17 al 27 de marzo, en idioma español y con un margen de error de +/- 2.8%.