El PAN y el nuevo gobierno en Washington

Noviembre 2020

Julio Faesler Carlisle

La Nación

La próxima administración de los Estados Unidos, encabezada por Joe Biden, inicia un nuevo capítulo en las relaciones de México con ese país.

En contraste con la repugnante rudeza que el presidente Trump imprimió a su gestión nacional e internacional, la fuerza tranquila y experimentada de Biden presagia interacciones con Washington que fluyan por cauces democráticos. Con una carrera legislativa de casi cincuenta años y su desempeño como vicepresidente en los dos periodos de Obama, el presidente electo tiene una trayectoria cimentada en el respeto a los valores de los países y las personas.

Biden llega a su trascendental cargo tras un proceso electoral cuya participación cívica fue la más nutrida de la historia, que resultó en 77 millones de votos en su favor y 72 millones para el actual presidente, cifras que el Colegio Electoral registró como 309 votos para Biden y 212 para Trump.

Los debates previos confirmaron las profundas diferencias entre los dos candidatos, no sólo en ofertas de campaña, sino por enfrentar personalidades diametralmente opuestas en actitudes y trato. Los exabruptos, insultos y el manejo de noticias falsas del actual presidente contrastaron con la calma, bonhomía y respeto de Biden. Trump que aspiraba a un segundo mandato, hoy no acepta su derrota.

El triunfo de Biden como presidente electo mereció las felicitaciones inmediatas de prácticamente todos los mandatarios del planeta, exceptuando Rusia, Nor Corea y México. En un inusitado gesto solidario con el presidente perdedor, un agradecido López Obrador prefirió esperar, con su colega Trump, el resultado de los recursos judiciales buscando anular, sin probanza alguna, las elecciones aduciendo un “fraude masivo”.

El próximo 20 de enero Biden será investido en las escalinatas del capitolio. A partir de esa fecha, el PAN se interesará en conocer y analizar sus decisiones particularmente en cuanto afecten a nuestro país. La primera medida será actuar de inmediato para controlar y acabar con la pandemia del COVID-19 que por culpa de la soberbia de Trump se extiende a nuestra zona fronteriza. Biden ya formó un equipo integrado por 12 especialistas para empezar a coordinar la obtención y distribución gratuita de vacunas y equipos. Anunció su intención de reincorporar a Estados Unidos a la Organización Mundial de la Salud, que Trump estimó obsoleta y “por actuar a favor de China”.

La otra tarea será dar un golpe de timón a la política de migración actual tan lesiva a individuos y familias no sólo de mexicanos sino también centroamericanos. Los abusos contra derechos humanos en asuntos de migración se relacionan con el estado de violencia y criminalidad, y el tráfico de drogas y de armas. El presidente electo ya nombró a un equipo especializado para analizar los asuntos pendientes y prometió reunir a los padres de los niños que Trump separó. Confía además en dar marcha atrás a las extradiciones masivas de los indocumentados.

En cuanto al tema de cambio climático y ambiental, Biden ya señaló su intención de pasar a la historia como el “presidente de la ecología y sustentabilidad” y a reponer el tiempo que Trump desperdició reincorporando a su país en los Acuerdos de París. La intención de Biden es diametralmente opuesta a la política de López Obrador que da prioridad a la producción y uso de combustibles fósiles descartando la energía de recursos renovables.

Será en estos y otro temas que veremos el grado en que coinciden las agendas del gobierno de Biden con las nuestras.

En lo socioeconómico, el PAN encontrará sintonía con el nuevo gobierno demócrata en cuanto a su respeto a la propiedad privada y la libre actuación empresarial e ideales democráticos. Entiéndase, los planes y programas del presidente Biden siempre expresarán los intereses de la agricultura, la industria, las finanzas y de los servicios. Por mucho que se distinga el gobierno de Biden del de su antecesor, la consigna “America First” seguirá válida aunque en alguna versión más amigable.

Sin desestimar realidades, para el PAN será el resorte humanista y solidario hacia las clases que más requieran de la colaboración del Estado para mejorar su nivel de vida y para ampliar sus perspectivas de realización personal y familiar. La plataforma panista expresa el compromiso de crecer unidos en prosperidad repartida y tangible, e incluye también temas de libertad de mercado, reducción del papel del Estado en la vida cotidiana nacional y una variante de capitalismo llamado Economía Social de Mercado.

Es inevitable tomar en cuenta, como un factor en la relación binacional, el carácter hegemónico de nuestro socio que se ancla en la convicción compartida por el pueblo norteamericano de que su modelo de democracia republicana y su sistema capitalista empresarial forman la mejor y más conveniente receta para todo el mundo. Partiendo de este supuesto, suponen que México, como otros países, ha de conformar sus decisiones a ese binomio.

El gobierno de Joe Biden tendrá que atender las insistencias de los sectores de la izquierda dentro del Partido Demócrata. Líderes de gran audiencia como Bernie Sanders y Elizabeth Warren estarán de acuerdo con el predominio mundial de su país, pero adoptando políticas progresistas que contengan los excesos de abusos del capital y protejan los intereses de la clase trabajadora.

Las posturas del ala izquierda del Partido Republicano tratarán de influir en la aplicación del recién no ensayado aún T-MEC en temas laborales y ambientales, así como en otras áreas de la relación bilateral.

En el previsible contraste de ópticas e intenciones, el PAN, siendo constructivo, debe impulsar sus bien experimentados principios. Los diputados y senadores panistas en reuniones con sus colegas norteamericanos deben sacar adelante soluciones concretas de común interés, centrando las relaciones entre México y Estados Unidos en medidas y políticas efectivas dirigidas a resolver las necesidades que en el tenso contexto actual estallarán en más conflictos y violencias que las ya sucedidas.