Meméxico lindo y…

Noviembre 2021

Sergio Rodríguez Colín

La Nación

La colaboración de esta semana la iniciaremos con las siguientes preguntas: ¿es real el combate a la corrupción por parte del presidente de la República? y ¿qué es lo que en realidad le molesta a López Obrador de las festividades privadas de sus allegados?

Estas cuestiones salen a colación por la mediatizada boda del ahora ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto Castillo, quien pretendiendo no vilipendiar a su jefe se llevó la celebración a la ciudad de Antigua, Guatemala.

Además de la renuncia del ex fiscal electoral, la boda, ahora conocida como la más cara de la historia, también le costó la chamba a la secretaria de Turismo de la Ciudad de México, Paola Félix.

En opinión de este reportero, el enojo del presidente no responde al gasto oneroso que se realiza en este tipo de fiestas, sino a la preocupación presidencial de que se manche su imagen con eventos extravagantes que lo pueden tirar del pedestal en el que lo tienen millones de mexicanas y mexicanos.

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La doble moral que utiliza López Obrador para señalar a los miembros de su gobierno es bien conocida, pues mientras corre a Nieto Castillo por “actos extravagantes que van en contra de la austeridad republicana”, toleró las fiestas privadas de su entonces jefe de la oficina de Presidencia, Alfonso Romo Garza, prominente empresario regiomontano, quien para nada respetó tal austeridad.

El mismo presidente ha dicho que este tipo de fiestas eran el culmen de la corrupción rapaz del periodo neoliberal y que su gobierno las evitaría en lo posible. No lo ha logrado.

El combate a la corrupción es una más de las promesas de campaña fallidas de la “cuatrote”, pues mientras López Obrador se preocupa por las bodas de sus allegados, se desentiende de las acusaciones de corrupción que se enfocan en el titular de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz, y su familia.

Despide a Santiago Nieto por una boda que pretendió pasar inadvertida, pero no hace nada para aclarar cómo es que el ex priista es propietario de 23 casas y dos terrenos en zonas exclusivas de la Ciudad de México, además de ser socio de 12 empresas, algunas de las cuales tienen contratos vigentes hoy día con el Gobierno federal morenista.

Tampoco hizo mucho para que las investigaciones en torno a Irma Eréndira Sandoval, ex secretaria de la Función Pública, avanzaran y se aclarara cómo obtuvo propiedades por más de 60 millones de pesos. En este caso optó por destituirla y olvidar el asunto.

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