Pueblos y comunidades indígenas: la pluriculturalidad como elemento de la participación política

Julio 2022

Zeth Lima Barrientos

La Nación

En los últimos tiempos, la representación política ha tomado impulso. De manera general, en América Latina los asuntos indígenas se van posicionando como temas de la agenda del Estado y se ha ido dando visibilidad a todo aquello que no formaba parte de la vida y el diálogo público. Ahora bien, la representación de la gran diversidad cultural del país depende de nuestra capacidad para reivindicar sus derechos en lo individual y lo colectivo, siendo esto una gran oportunidad de cambio para la sociedad mexicana.

 

Situación en México

La diversidad cultural en México es muy basta, para darnos una idea la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) contabiliza en Latinoamérica 822 pueblos indígenas y localiza a 71 de ellos en México, lo que significa que 1 de cada 11 mexicanos posee origen indígena; aunado a ello, hasta 2021, de acuerdo con datos del INEGI, 25 millones de personas se reconocían como indígenas y hablantes de alguna de las 68 lenguas reconocidas.

En 20 de nuestras entidades federativas se concentran estos pueblos, distribuidos de la siguiente manera.

 

Chiapas  14

Edo. Mex 3

Guanajuato 1

Oaxaca 13

Nayarit 2

Yucatán 1

Baja California 6

San Luis Potosí 2

Coahuila 1

Veracruz 6

Guerrero 2

CDMX 1

Sonora 5

Tabasco 2

Michoacán 1

Campeche 4

Durango 1

Puebla 1

Chihuahua 4

Hidalgo 1

Tabla: Elaboración propia, con información de la Secretaría de Cultura.

Es así como podemos ver que en más de la mitad de nuestros estados se tiene presencia de algún pueblo indígena, y que, si bien por su concentración no se denominan así, en la mayoría de ellos existe algún grupo o comunidad con estas características. A través de los datos anteriores, mi intención es proyectar, de manera breve, la importancia de empoderar a un sector que por años ha experimentado una fuerte desatención por parte de los diferentes órdenes de gobierno y que de manera sistemática ha sufrido discriminación en la esfera de lo político, económico y social. Además de reconocer que nuestras luchas van desde la defensa de la identidad hasta el reto de erradicar la pobreza de nuestras comunidades, 3.4 millones de personas de nuestros pueblos indígenas viven en situación de pobreza extrema (CONEVAL, 2020).

 

Principales retos para la representación política de pueblos y comunidades indígenas

Como antecedente, en 2001 el entonces presidente Vicente Fox Quesada promovió la denominada “Ley Indígena”, cuyo objetivo fue reformar el artículo segundo constitucional para reconocer la composición pluricultural del país, que se sustentó en los pueblos indígenas y aceptó la designación de autoridades propias de acuerdo con sus usos y costumbres. Lamentablemente, no se dio la continuidad necesaria a esta iniciativa para proyectar de manera nacional la urgente necesidad de contemplar a nuestros pueblos y comunidades indígenas como sujetos de este derecho. Uno de retos que nuestras comunidades y pueblos indígenas consideran como principal haría referencia justamente a eso, al escaso reconocimiento de las identidades, de la diversidad cultural y de las sociedades varias, ya que, en un intento de unificación, hemos trabajado con Constituciones que terminan siendo verticales y excluyentes.

A partir de lo anterior, otro de los grandes obstáculos que podemos identificar está vinculado al infructuoso intento de integración social que evidentemente refleja la “calidad” de la democracia actual en el país, que se sustenta principalmente en lo electoral, dejando de lado a la participación ciudadana, de las organizaciones civiles, a la democracia directa y el respeto a los derechos colectivos, lo que perpetúa la exclusión que vivimos hasta nuestros días.

Desde la perspectiva humanista, consideramos fundamental la cooperación para el desarrollo (Ospina, 2002), que refiere a que cualquier proceso de participación política significa la toma del poder desde los gobiernos locales, lo que sin duda implica democratizar las relaciones de poder desde las instancias locales de gobierno, así como cuestionar al sistema político vigente y la construcción de un nuevo Estado plurinacional desde abajo, es decir, que retoma los obstáculos de estas comunidades y los propios de las localidades para empoderarlas y colocarlas en la mesa a la hora de tomar decisiones desde una perspectiva horizontal.

 

Acciones

Como sociedad y como políticos humanistas, vemos el camino más que claro, es el momento de escuchar las necesidades de estas comunidades y pueblos para impulsar el cambio desde el orden local, con lo cual ellos y nosotros nos veremos beneficiados. Como principal punto, se debe contribuir a que se nos reconozca como personas con los mismos derechos que cualquier mexicano, con personalidad y capacidad jurídica para ya no solo contemplar sus exigencias, sino posicionarlos de manera formal, dentro de la estructura nacional y del sistema político. Debemos buscar las herramientas que puedan garantizar nuestra participación desde un modelo horizontal que maximice nuestra autonomía y que nos permita posicionar nuestras prioridades. De manera general, es necesario tener y exponer el conocimiento de su patrimonio, con lo cual lograremos abonar a su identidad para consolidarlos como gestores de sus derechos colectivos e individuales.

Finalmente, y sin duda, es necesario continuar abonando en el estudio de estos temas, lo cual nos ayudará a conocer de mejor manera nuestras dinámicas colectivas para poder incluirlos de la forma más eficiente y eficaz en los procesos políticos y sociales. Desde los municipios tenemos una gran oportunidad por la cercanía con nuestras comunidades. Es el momento de actuar en conjunto para que construyamos una verdadera representación.

 

Zeth Lima Barrientos es Presidente Municipal de Zongozotla, Puebla.

La nación